Federico Vollmer compuso joropos para piano, por Rafael A. Sanabria Martínez
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Federico Guillermo Vollmer Ribas era hijo de Gustavo Julio Vollmer Bosenberg, alemán y de Francisca Ribas y Palacios, venezolana, prima de Simón Bolívar y sobrina de José Félix Ribas. Sus padres contrajeron matrimonio en Curazao en 1830 y luego se, establecieron en Venezuela. De esa unión nacieron seis hijos: Federico Guillermo, Ignacia Ynes, Yda Ynes, Matilde de la Mercedes, Francisca Petronila y Gustavo Julio Vollmer Ribas.
Federico Vollmer, primogénito de la familia, fue el primer Vollmer nacido en Venezuela, en la ciudad de Caracas, en 1834. Cursó estudios de agronomía por 5 años en Alemania y culminó una carrera que difería de su sentir, porque su verdadera vocación era la música.
A los 15 años empezó a componer, sin estudios previos de armonía, cediendo a la expresión natural de su espíritu, que sentía germinar en su seno la savia creadora de inspiración artística. Solamente recibió lecciones de violín, del profesor español Toribio Segura, pues el piano lo aprendió por sí solo y lo escogió como intérprete de sus ideas musicales, acogidas en los salones con muestras de la mayor simpatía. En verdad ¿quién no recuerda complacido sus valses Victoria, Anita, Jarro Mocho, Filipina y otros no menos populares?
Federico contrajo nupcias con Emma Schael Vollmer, su prima, lo que además de profundizar los nexos entre la familia Vollmer también promocionó la relación mercantil que se inició en 1831, cuando el padre de Emma, Juan Schael, formó una sociedad mercantil por 10 años (1831-1841) con el padre de Federico; y en 1836 cuando se unieron en matrimonio Berta Vollmer Bosenberg y Juan Schael.
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Federico Vollmer, de veinticinco años de edad en 1862 solicitó doble dispensa al arzobispo de Caracas para casarse con su prima hermana que además era protestante. Los esposos Vollmer Schael, se residenciaron en Cuba donde, como en 1899 reportó El Cojo Ilustrado, existían «importantes fundaciones agrícolas para el beneficio de la caña de azúcar y de otras producciones del reino vegetal. El Sr. Federico Vollmer posee una de ellas, a inmediaciones de La Habana (hacienda Majao)».
Recordemos que el país antillano para aquella época ya presentaba un gran desarrollo en la industria azucarera, cuestión que se mantiene hasta nuestros días; asimismo, era el primer país en Latinoamérica y séptimo en el mundo en desarrollar el transporte ferroviario.
Federico Vollmer se estableció en Cuba donde su familia creció. Años después un hijo suyo: Gustavo Julio Vollmer Schael, solicitó en 1915 al consulado venezolano en La Habana, información sobre su inscripción como ciudadano venezolano, inscrito por su propio padre en el consulado venezolano en Hamburgo donde se había desempañado como cónsul. La respuesta negativa confirmaría la ciudadanía cubana de Gustavo Julio. Es decir, él fue el Vollmer cubano, lo que explica que no aparezca registrado en las genealogías locales.
En 1897 Federico Vollmer, asentado en El Consejo, Aragua, publicó el Jarro Mocho para piano, el primer joropo en pentagrama, así lo refiere Eduardo Monroy, quien indica que éste originalmente se pretendía como valse pero su estilo armónico y aires eran más cercanos al joropo. Una joya de nuestra historia musical, en parte venezolano y en parte alemán. Si éste se tocaba con acordeón era como un joropo coloniero, que son también en parte venezolano y en parte alemán.
Esta nota es propicia porque recientemente circuló por redes sociales la información inexacta de que Federico Guillermo Vollmer Ribas había nacido en El Consejo, cuestión que no es cierta porque el connotado músico era caraqueño. Sirva pues ésta para reiterar que el reconocido músico Federico Vollmer, epónimo de una banda musical de El Consejo, nació en Caracas en 1834.
Federico Vollmer fue autor de una variada producción musical como Aurora de la paz, Bandera Alemana, La Alegría, Elegía Galope OP, Una lágrima, Emilia Galope, Teresa para piano op4. Y tenemos que el joropo Jarro Mocho, ése sí es originario de El Consejo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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