Félix «jarrón chino» Plasencia
Una búsqueda sencilla en Google muestra distintas definiciones de lo que hace un canciller: «En la mayoría de los países, el canciller es quien se ocupa de los asuntos externos o internacionales, proveyéndole al gobierno con la información y consejos apropiados sobre las relaciones que mantiene con otros países, sean estas económicas, culturales, políticas o solamente diplomáticas. Usado en este sentido, el término es muy común en América Latina», dice el Diccionario ABC, por ejemplo.
Cualquiera pudiera pensar que un canciller, por tanto, debería estar presente y participar en cualquier espacio de gobierno donde se estén discutiendo asuntos importantes de las relaciones internacionales de su país, aunque sea el presidente el encargado de dirigir las relaciones exteriores de la República, como dice la Constitución.
Resulta que Maduro confirmó que se reunió con una delegación del gobierno de Estados Unidos el sábado 5 de marzo. Pero enviados de Joe Biden, representando al país que tiene sanciones económicas sobre el Estado, que ha señalado a Venezuela como una «amenaza inusual y extraordinaria» y que está moviéndose en un entorno internacional de conflicto militar, guerra e invasión, no se encontraron en aquel salón de Miraflores con un presidente y su canciller.
Félix Plasencia, que fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores en agosto de 2021, no participó del encuentro. Solo Maduro, Jorge Rodríguez y Cilia Flores, según dijo el primero en un momento en que le preguntó hasta cómo era la forma correcta de escribir su nombre.
Este lunes 7 de marzo el mandatario incluso sentó a Plasencia lejísimo de él en un gran mesón de todo el gabinete ejecutivo, el Alto Mando Militar e integrantes del «comando político de la revolución». Uno que apenas es diputado y vicepresidente del partido estaba sentado más cerca del presidente que su canciller, cuando el tema de la reunión era justamente el rol de Venezuela en el marco de un conflicto militar que impacta al mundo entero.
De nuevo, cualquiera pudiera pensar que el canciller justamente debería ser protagonista de tal encuentro. Un partícipe importante, al menos. Pero no. Diríamos que lo dejaron como la guayabera, pero como él no se queja asumimos que no se molesta. Plasencia se asume tranquilo como un jarrón chino.