Fidel hizo un «side-step», ¿ahora qué?
Bien, ya lo sabe todo el mundo: Fidel entregó el mando, ahora sí por su propia voluntad y no por la de la parca. Se queda en la tribuna; Raúl dirigirá desde el dugout. Más allá de lo que para Cuba significa la decisión del anciano caudillo, con el concomitante ascenso al poder supremo del hermanísimo Raúl, sobre lo cual correrán ríos de tinta y horas de televisión en los tiempos venideros, hay un tema que nos interesa a los venezolanos. ¿Qué pasará con las relaciones entre el gobierno de aquí y el de allá? La pregunta no es ociosa, porque en los círculos informados, aquí y allá, es bien conocido que entre Raúl y Chávez existe poca química. Esto importa porque hasta ahora las relaciones han descansado más en el vínculo personal entre Chávez y Fidel que en las instituciones de ambos países. Pero no debe concluirse de esto que las relaciones van a debilitarse. Raúl es demasiado pragmático como para comprometer cien mil barriles diarios de petróleo, amén de otras pelusillas económicas que recibe su país del nuestro. Pero, seguramente las relaciones adquirirán un tono mucho más institucional; más de Estado a Estado. Chávez, por cierto, podría cometer un error –otro más– si creyera que puede inmiscuirse en Cuba como lo hace en Bolivia o en Nicaragua. Raúl probablemente no quiere verse a sí mismo en el rol de Fidel respecto de Chávez y éste, probablemente, tampoco se sentiría tan cómodo con Raúl como con el hermano mayor. En fin, amanecerá y veremos.