Fidel y Guantánamo, por Simón Boccanegra
Hace unos días Fidel Castro dijo que Obama debía no sólo clausurar la cárcel de Guantánamo sino devolver a la soberanía cubana ese trozo de territorio que ocupan los gringos desde 1903.
Como es sabido (al menos para los interesados en estos asuntos), a raíz de la guerra de independencia de Cuba, a finales del siglo XIX, los norteamericanos, con el pretexto de la voladura de uno de sus cruceros, el Maine, en la bahía de La Habana, intervinieron militarmente en la isla y, desde luego, el entonces joven imperio no tuvo que sudar demasiado para terminar de derrotar al desvencijado imperio español. Pero los gringos no hicieron eso por filantropía. Obligaron a los cubanos a firmar una llamada Enmienda Platt, que les daba el derecho de intervenir con sus tropas en Cuba prácticamente cada vez que les diera la gana.
Esa vergonzosa «enmienda» duró hasta 1934. Y, de ñapa, se quedaron con una faja de territorio, en Guantánamo, donde establecieron la famosa base naval, desde la cual controlan todo el Caribe. Cuba fue obligada a firmar un contrato de «alquiler» por el pedazo de la isla que ocuparon los gringos. Ese contrato tenía una duración de cien años. Jamás de los jamases el gobierno revolucionario cubano planteó la rescisión del contrato. Se limitó a un gesto simbólico: se negó a recibir los pagos del «alquiler».
Pero, hete aquí que llegó el año 2003 y con éste el fin del contrato.
¿Se negó Fidel a renovarlo? Pues, no. Lo firmó por otro siglo más.
¿Qué tal? El antiimperialismo (por cierto, muy prudentemente: mapurite sabe a quién le echa sus flatos) llega hasta las alambradas de la base naval. De resto, Fidel espera un acto de «generosidad» de Obama y que le devuelvan a Cuba ese territorio ocupado. Este minicronista acompaña esa solicitud. Es justicia.
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