Forfait, por Teodoro Petkoff
La determinación de la Coordinadora Democrática de no asistir a la auditoría es incomprensible. Esa auditoría adicional fue solicitada por la propia organización opositora; las condiciones para ella fueron discutidas con el Centro Carter y este las presentó al CNE, que las aprobó y luego, justo cuando va a comenzar la nueva verificación, la CD pide su paralización, para finalmente decidir no asistir. Esto es suicida. Si la CD dice tener un expediente con las irregularidades cometidas, ¿de qué otro modo podía empezar a precisar su pertinencia como no fuera mediante la nueva auditoría? Si existen las trampas señaladas y son tan numerosas como se dice, pues es obvio que ellas saldrían a la luz en la auditoría. Para eso se pidió. ¿Cómo puede, luego, rechazarse esa posibilidad de demostrar la veracidad de los señalamientos de fraude, si es que se está tan seguro de que este se produjo? Esto ha sido realmente un wild pitch.
Por otra parte, la descalificación de la OEA y el Centro Carter, implícita en esta conducta, constituye otra muestra de que se perdió la goma. Durante meses se dijo que la aceptación de los resultados estaba vinculada a la postura de los observadores internacionales, cuya presencia fue considerada decisiva en otras etapas del proceso, en particular en la de los reparos. Sin embargo, no se procedió conforme a esa premisa sino que se puso en duda la idoneidad de los técnicos internacionales. Luego, al rechazar la auditoría adicional nuevamente se hace un desaire a la OEA y al Centro Carter, que deja malparada a la CD. Con toda franqueza debemos decir que lo que la CD había avanzado internacionalmente en la recuperación de su legitimidad democrática ha sido averiado –y quién sabe hasta qué punto– con esta decisión.
Existe un dato al cual se debe prestar atención y es el de los resultados de la votación y escrutinio manual. Porque ayer planteamos editorialmente que ellos fueran presentados, discriminados de los automatizados, argumentando que por su propia naturaleza esos dos millones de votantes constituyen una muestra gigantesca del universo electoral, sobre todo del más humilde. Decíamos que los resultados manuales (que deben estar convalidados en las actas por los testigos de la oposición) podían mostrar cuál había sido la tendencia nacional. Pues bien, ya se conocen.
La correlación es 70-30 a favor del No. Este dato es demasiado significativo. Se nos dijo una y mil veces que la CD tenía testigos en todas las mesas. Si es así, los resultados manuales no pueden ser puestos en duda. “Acta mata voto” sólo cuando un partido no tiene testigos en la mesa. De lo contrario, lo que está en la urna es lo que aparece consignado en el acta.
En este diario editorializamos sobre la “duda razonable” que nos inspiraban ciertos aspectos del proceso electoral y también propusimos la idea de una auditoría adicional. Se está realizando y ahora esperaremos por sus resultados, que seguramente serán conocidos mañana. Con base en ello haremos un balance editorial.