Fosforito incendiaria, por Simón Boccanegra
Ayer fue día de disturbios en Caracas. Las bandas armadas del chavismo desataron desórdenes callejeros en protesta por la decisión del TSJ sobre el antejuicio a los militares. Quemaron cauchos, tomaron calles y avenidas, y por supuesto se apostaron en el emblemático Puente Llaguno. Por allí andaba Osvaldo Cancino, ¿se acuerdan?, el abogado de Lina Ron, el partidario de crear tribunales populares para juzgar a los «enemigos». Sin alzar la voz, en tono calmado, propuso rebautizar el lugar como «Puente de la Dignidad». Pero el galardón en materia de talibanismo se lo llevó ayer, con mucho, la Comandante Fosforito, también conocida como Iris Varela. Con la cabellera más revuelta que nunca y los ojos a punto de salirse de sus órbitas, la diputada emeverrista declaró: «El TSJ tiene una bomba de tiempo en sus manos. De su decisión depende la paz. No se puede desconocer que hubo un golpe de Estado». Luego, con esa misma chispa de fuego en la mirada, como quien vislumbra ya paredones de fusilamiento, agregó: «Debe evitarse la violencia y la única manera es que no haya impunidad, porque si no, el pueblo tomará la justicia en sus manos». El «pueblo», por supuesto, son para ella esos mismos bandoleros que fomentaban disturbios. La Comandante ya tiene antecedentes en cuanto a desconocer instituciones si éstas actúan con cierta autonomía. Ahora es el TSJ, pero cuando el MVR estuvo a punto de perder la votación para elegir la directiva de la AN, Iris también amenazó con cerrarla si ésta se ponía «de espaldas al pueblo».