«Free color» es un documento «fidedigno» de la obra de Cruz-Diez, asegura su familia
El documental de Alberto Arvelo se estrena este 21 de abril en Venezuela. TalCual conversó con Gabo Cruz, nieto del artista, sobre la cinta y proyectos futuros de la Fundación Cruz-Diez
Liberar el color de todo soporte y toda forma. Este fue uno de los últimos proyectos del maestro Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923-París, 2019). Un sueño que no pudo cumplir, pero que dejó manifiesto y detallado en Free Color, documental de Alberto Arvelo, estrenado en el Festival de Cine de Palm Springs, en 2020, y que finalmente llega este 21 de abril a las salas de cine de Venezuela.
La cinta –de 70 minutos de duración– muestra al artista en la búsqueda de resolución y materialización de esta Cromosaturación. Su nieto Gabo Cruz, director de la Cruz-Diez Art Foundation en Houston (EE. UU.), el actor Édgar Ramírez, científicos de CalTech –uno de los institutos de ciencia y tecnología más prestigioso del mundo– y su familia lo acompañan en esta aventura por las calles de la capital francesa. En paralelo se muestra la vida y obra del autor de la Cromointerferencia de color aditivo.
TalCual conversó con Gabo Cruz sobre el documental –horas previas a su arribo a Caracas para el estreno de la cinta–, su presentación en las salas de cine de Venezuela y proyectos futuros de la Fundación Cruz-Diez.
–En el documental La vida en el color de Oscar Lucien el maestro Cruz-Diez confiesa que anotaba los proyectos que no podía realizar en el momento, por cuestión de tiempo o recursos, «Todas las ideas deben ser anotadas, porque algún día vas a tener cómo hacerlo», cuenta. ¿Se podría decir que, de cierta forma, Free color son las anotaciones de este proyecto imposible hasta ahora?
–Mi abuelo vivió mucho tiempo del diseño gráfico, trabajó como coloristas en muchas partes en Francia cuando llegó, para precisamente poder ejecutar esas ideas que había pensado en el pasado, que había repertoriado muy bien, estaban muy bien descritas. Haber tenido las ideas claras y bien descritas le permitió, con el pasar del tiempo, ejecutarlas. Pero no solamente con la Cromosaturación, que data de 1965 y la pudo ejecutar en 1968; también le pasó con Cromointerferencia espacial, que las diseñó en 1963. Sabía cómo las quería hacer, pero no tenía la tecnología y solo en 2015 fue que las pudo hacer como la había pensado. Imagínate la constancia de un artista para preservar una idea desde 1963 hasta el 2015.
«Los artistas son de avanzada. Es normal que los artistas tengan ideas que no se puedan consolidar en su época. En el caso de la película hablamos con científicos de la Universidad de CalTech y ni siquiera ellos lograron ejecutarla, por los momentos, ya veremos en el futuro».
–¿Dejó entonces una capsula de tiempo?
–Totalmente.
–¿El maestro solía reunirse con científicos, físicos, químicos o matemáticos, cuando estaba trabajando en una obra?
–Tenía conversación con todo lo que hablara. Él decía que las grandes soluciones venían de las personas menos esperadas. Una vez me contó que la obra de Barquisimeto, la Obra al sol, la solución se la dio una persona que no tenía nada que ver con el proyecto, que no era ingeniero ni arquitecto.
«Es esa sumatoria de conocimientos, de la física, de la matemática, de las ciencias te puede dar un punto de partida, pero siempre hay que pasarlo después por el filtro del arte. Mi abuelo no quería hablar de un fenómeno científico, él entendía perfectamente cómo funcionaba la fisiología del ojo, todo el tema perceptivo; pero sin el toque artístico se convierte en un hecho para demostrar una tesis, eso no es arte. Un gran llamado para los artistas de hoy es que no solo busquen demostrar algún fenómeno de la naturaleza, de la ciencia; sino que además lo hagan a través de lo artístico«.
–Además del documental, ¿el artista dejó algún otro proyecto a presentar más adelante?
–Hay varios proyectos que el abuelo dejó muy bien descritos, obras integradas a la arquitectura, exposiciones que no se han podido hacer. El año que viene se cumple el centenario de su nacimiento y será una oportunidad para comenzar a revelar esos proyectos inconclusos.
–¿Cómo llevó el maestro Cruz-Diez el rodaje del documental? ¿Qué tanto se involucró en la producción?
–El abuelo siempre estuvo relacionado con el mundo del cine, le encantaba el cine. Él hizo algunas películas con sus amigos, en su juventud, las hacían para ellos. Ni el cine ni la fotografía le fueron ajenos. Siempre tuvo un laboratorio de fotografía en casa. En la familia decimos que el abuelo era un actor nato: cada vez que llegaba alguien con una cámara se transformaba y de verdad parecía un actor. No fue complicado para él, tal vez para nosotros, la familia, que no estamos acostumbrados a la cámara, a hablarle a una cámara.
«El resultado es bastante bueno. El abuelo logró explicar muy bien qué es lo que quería dejar como testimonio. Tuvo la suerte de corregir la película, hizo muchas correcciones de color, sobre todo en la escena final; para repertoriar bien el documento que él quiere que se realice en el futuro. La película la vio muchas veces, tuvo una comunicación muy franca con Beto (Alberto) Arvelo; es un documento fidedigno».
–Usted además de participar como entrevistado en el documental es productor de la cinta. ¿Cómo fue la experiencia como productor?
–En la familia siempre hemos sido productores del abuelo. Somos una familia que ha trabajado junta para el abuelo, todos hemos estado en el taller y en el oficio de ayudar al abuelo a ejecutar su obra.
«Por otro lado, también era un compromiso bien importante. Nosotros estamos acostumbrados a comunicarnos mediante una obra, un cuadro, una escultura del abuelo, no a través de un video. Fue un proceso interesante para la familia, recopilar toda esta información y poder traducirla».
–¿Qué expectativas tienen de la proyección de Free color en las salas de cine de Venezuela?
–Yo estoy emocionado. Creo que las salas de cine es el lugar idóneo para ver esta película, porque es una película obra; esto no es una historia de una persona que nace, vive y muere. Esto es una película que tiene muchas sutilezas, tanto en el sonido como en la fotografía; la fotografía es pura poesía.
«Por otro lado, a mí me parece maravilloso que nosotros, los venezolanos, vamos al cine a ver una película que tiene que ver con arte, es lo que amo de Venezuela y de los venezolanos. Eso no pasa en todos lados. Nosotros estamos acostumbrados a estar rodeados de arte. El venezolano es arte. Que vayamos al cine a contemplar la vida y obra de uno de nuestros artistas me parece el acto más culto y noble que podemos tener en esta época. Esto no es común y eso habla muy bien de nosotros».
–¿Tienen en agenda algunas actividades o proyecciones del documental en el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez (MEDI)?
–Todavía no lo hemos coordinado. La película tiene la particularidad que todo lo que sea proyección en museos o instituciones culturales está permitido. Estoy seguro de que más adelante vamos a poder hacer alguna actividad con el Museo Cruz-Diez, quienes están haciendo un trabajo maravilloso, tienen una colección importantísima, una de las más completas de la obra del abuelo; me da mucho orgullo que esté en Caracas.
Free color, el sueño imposible de Cruz-Diez se exhibirá en las salas de cine de Venezuela desde el próximo jueves 21 de abril. El guion de la pieza es Leonardo Henríquez, la fotografía de John Márquez, y la música de Gustavo Dudamel, Devendra Banhart, Álvaro Paiva-Bimbo, Nascuy Linares y Sebastián Arvelo.
Karibanna Content (Estados Unidos), Hapax (Francia) y Tres Cinematografía (Venezuela) son las casas productoras que hicieron realidad Free Color, basados en una idea original de Jorge Cruz, hijo del artista.