Garantías, por Carolina Gómez-Ávila
Autora: Carolina Gómez-Ávila | @cgomezavila
Para un aspirante a la silla de Miraflores que necesita el apoyo táctico de la alianza opositora y los votos de sus simpatizantes, sería fácil encargar la redacción del que debería ser su primer decreto de Gobierno: libertad plena para todos los presos políticos.
Esta acción requeriría algunas reuniones en privado con familiares y sus abogados en las que se conformaría una comisión de trabajo y enlace. Dirigida por un buen líder, capaz de reunir en un abrazo a la nación, seguro que cerraría el ciclo de trabajo anunciándolo en una rueda de prensa en la que veríamos, si no a políticos, a venezolanos relevantes para la opinión pública. ¿Alguien podría criticarlos sin revelar ruindad?
Está claro que lo anterior sólo sería posible si los afectados consideraran que tienen garantías de cumplimiento. También está claro que para la población opositora, además de un alivio, sería un indicador de que el candidato en efecto pretende separarse del sistema represivo de la dictadura. El ánimo de los venezolanos mortificados por la crueldad quiere sentirse esperanzado, así que después de escuchar testimonios favorables del acuerdo alcanzado se le podría creer cuando dijera que se compromete a desmantelar a los grupos de civiles armados que coaccionan a la población o cuando nos asegurara que prevé la depuración de los cuerpos policiales. Como se ve, hay un bono de credibilidad nada deleznable.
Para un aspirante a la silla de Miraflores que necesita el apoyo táctico de la alianza opositora y los votos de sus simpatizantes, sería fácil acompañar las ofertas de recortar el período y de no lanzarse a la reelección con la publicación del texto de enmienda de los artículos correspondientes en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Además, daría un espaldarazo a los diputados opositores reuniéndolos para entregarles el proyecto que introduciría por iniciativa presidencial mientras declara que lo someterá exclusivamente a la Asamblea Nacional, única que reconoce.
En la rueda de prensa correspondiente anunciaría la maravilla que será para la paz social que se abra el dique de la alternancia republicana, acabando con el fantasma de la conspiración y la corrupción inevitables cuando un solo hombre detenta por mucho tiempo el poder. Al fin veríamos alejarse “la usurpación y la tiranía” que Chávez introdujo en la Carta Magna para desgracia de todos. Una garantía que aplaudiríamos por igual los partidos políticos y la población.
Para un aspirante a la silla de Miraflores que necesita el apoyo táctico de la alianza opositora y los votos de sus simpatizantes, sería fácil presentar el que sería el segundo decreto presidencial de su mandato: la revalidación automática de todos los partidos políticos inhabilitados hasta la fecha.
Esa rueda de prensa debería contar con la presencia de los jefes de todos los partidos proscritos. Si además quisiera hacerle un bien a la República, la garantía incluiría una propuesta de enmienda al 67 constitucional que impide el financiamiento de los partidos políticos con fondos provenientes del Estado. Y si anexa un proyecto de ley para regular el financiamiento de los mismos, aplaudiríamos a rabiar quienes nos declaramos defensores del sistema de partidos múltiples porque pondría a raya a la antipolítica.
Esta sería una garantía que nos permitiría creer que, de acceder al poder, pondrá su empeño en lograr que durante su mandato tengamos “elecciones libres y justas” con todos los elementos que la ONU promueve a través de la Unión Interparlamentaria. Y de bono, también le creeríamos si nos asegurara que motorizará los imprescindibles refrescamientos de los Poderes Públicos, de modo que realmente sean independientes y se controlen recíprocamente. Sí, esta podría ser una garantía de que pretende restituir el sistema republicano.
Para un aspirante a la silla de Miraflores que necesita el apoyo táctico de la alianza opositora y los votos de sus simpatizantes, sería fácil presentar el decreto que revertiría las expropiaciones de tierras fértiles, acompañadas de un plan de resarcimiento en créditos internacionales para reactivar la producción de inmediato. Igual para las industrias del ramo.
Sin duda que el sector agropecuario e industrial estaría presente aplaudiéndolo, de considerarse seguros del cumplimiento. En esa rueda de prensa también anunciaría el plan de incentivos para que los laboratorios farmacéuticos retornen a su capacidad instalada. Garantía de que cualquier paliativo, como la ayuda humanitaria, no se convertirá en otro mecanismo de control social. Después de eso podríamos sentir esperanza cuando nos diga que, apenas los tiempos de producción lo permitan, volveremos a comer los alimentos de calidad que conocimos, con el sabor de lo que ha crecido en nuestra propia tierra.
Hasta la desacertada idea de dolarizar sería creíble si estuviera acompañada de la publicación del texto de reforma constitucional imprescindible para cambiar el signo monetario (o hacer legal la concurrencia de un segundo) y preparar el terreno para una nueva Ley del Banco Central de Venezuela. Garantía de que, aunque la propuesta económica sea insuficiente o errada, la intención del candidato es respetar la CRBV.
Aquí asomo apenas cuatro garantías que generarían alianzas con los partidos políticos y sus líderes. Son tan poderosas que, una vez presentadas con la seriedad que ameritan -publicadas para el examen de todos y apoyadas con testimonios suficientes en número y calidad- si las militancias y sus líderes las repudiaran, la población podría volcarse en definitivo apoyo. Si el candidato no lo ha hecho, es porque no ha querido
Y si no ha querido es porque no contempla hacer lo que ha dicho que hará. Henri Falcón obvia el ordenamiento legal en sus promesas actuando como un autócrata. La sospecha de que se postula en connivencia con la dictadura palidece ante esta evidencia de que lo único que le falta para ser un tirano es tener el poder, puesto que ya se conduce como tal: ignorando el imperio de la ley.
Nada dije en estas líneas en contra de su pasado ni a favor de la abstención; tampoco sobre cómo medra con cada dirigente medio que aparta de su partido de origen. No he dicho nada distinto al error atroz de no ofrecer garantías para lograr las dos cosas que no tiene: alianza con la maquinaria para la defensa del voto y la confianza del pueblo opositor.