Georgie el transparente, por Simón Boccanegra
No se me vayan a poner bravos esos que piensan que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pero con «amigos» como Bush, la oposición venezolana no necesita enemigos. Ni Chávez amigos, por cierto. Cada vez que Georgie abre la bocota para referirse a Venezuela, Chávez debe darle gracias a Dios. La última del vaquero tejano es como para preguntarse si el hombre es un cínico o un cretino clínico. Bueno, una cosa no excluye la otra. Georgie pide «transparencia» en el referéndum venezolano. Todos queremos transparencia, cierto es, pero la última persona del mundo que puede pedirla es precisamente esa que llevó a su país a la guerra a punta de mentiras. Nada menos transparente que embaucar a su gente y al mundo con el cuento de las armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Nada menos transparente que la famosa mentira sobre las supuestas compras de uranio a Níger por parte de Irak. Nada menos trasparente que prohibir las fotografías de las urnas de los soldados muertos. Nada menos transparente que mantener en Guantánamo centenares de prisioneros sin fórmula de juicio. Nada menos transparente que intentar minimizar el horror de las torturas en las cárceles iraquíes. Nada menos transparente que impedir durante meses la interpelación senatorial de Condoleezza Rice. El más opaco de los presidentes gringos no puede andar pidiéndole transparencia a nadie.