Giordieconomía, por Simón Boccanegra
Giordani ha dicho, en entrevista para uno de los medios del oficialismo, que si se eliminara el control de cambios, es decir, Cadivi, en tres días se acaban las reservas internacionales.
Tiene razón, por supuesto, pero su juicio es casi un epitafio de su propia política económica. Después de catorce años de gestión de la economía, Giordani nos confiesa que lo que han hecho no le inspira confianza a nadie y que si se pudiera todo el mundo volvería sus churupos dólares y los pondría a buen recaudo en cuentas en el exterior.
Es la ¿ingenua?, ¿cínica?, confesión de un fracasado. Sin embargo, el profesor Giordani admite que el «sistema» tiene filtraciones y que por ahí se va mucha plata. Ni por asomo deja saber que esas filtraciones tienen mucho que ver con los enormes negociados que la gente del régimen y sus asociados en la boliburguesía hacen con las divisas.
Ni una palabra sobre las enormes fortunas construidas al rescoldo de Cadivi, él que se la echa de ser el austero e íntegro «monje» del régimen, incapaz de tocar un centavo que no sea suyo. Pero ha visto a los otros y jamás ha señalado a nadie, jamás ha apuntado hacia la putrefacción que se desprende del negocio del control de cambios.
Varios años después nos revela que el Sitme nació «genéticamente perverso». Es decir, él sabía que se prestaba para cualquier kikirigüiki pero tardó años en decirlo. Ahora quiere hacerle una «anatomía patológica» para «descubrir» sus perversidades.
Nadie podría pensar que ese señor tan flaquito pudiera contener en su físico unos riñones atómicos. Pero lo suyo no es un paquetazo, no señor. Es apenas un ajuste. No es lo mismo aunque se parezca en algunas cosas. Claro, ajustas precios de casi todo, incluyendo el del dólar, pero no es un paquetazo. Es apenas un paquetico, porque no hay privatizaciones ni injerencia del FMI. No es gimnasia sino leche de magnesia.
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