Glorias efímeras, por Simón Boccanegra
Una de las cosas más curiosas que ocurre en esta viña del Señor es la férrea censura de prensa que lleva adelante el chavo-madurismo contra… sus propios partidarios o simpatizantes. Se cuenta y no se cree, pero no hay tantos articulistas de opinión o periodistas de oposición que hayan sido sancionados como los que escriben o hablan a favor del Gobierno.
Pero en algún momento se les escapó una apostilla crítica sobre el régimen y hasta ahí llegaron. Las dos primeras víctimas fueron Vladimir Acosta y Toby Valderrama, el primero en su programa de Radio Nacional y el segundo articulista de VEA, que saltaron del juego cuando se les ocurrió aseverar algo que le sacó la piedra a los jerarcas. A Vladimir lo despidieron indirectamente de la radio recortándole el tiempo de su programa y cambiándolo de horario. Otro que salió del aire fue Alberto Nolia, quien tuvo la ocurrencia de señalar que «era una estupidez pensar que los malandros iban a entregar sus armas voluntariamente». Pero da la casualidad de que la «estupidez» la había proferido nada menos que el señor Nicolás Maduro. Pecado mortal. Fin de Nolia en VTV. Pero hete aquí que un politólogo chavista llamado Nicmar Evans no tuvo mejor ocurrencia -o imprudencia, según el cristal con que se mire- que entrevistar a Nolia en la propia Radio Nacional.
Kaputt para Evans. Salió de la emisora también. La víctima más prominente de esta razzia es el inefable Mario Silva, quien seguramente harto de atacar a una oposición que no le paraba ni media bola, la emprendió contra la corrupción en el chavismo, que él, como es natural, conoce de muy cerca y no le podían venir con cuentos.
Sic transit gloria mundi. Latinazo que significa «Así transcurre la gloria del mundo». O en otras palabras: así paga el diablo.