Gobernabilidad en riesgo, por Félix Arellano
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Nuestra región atraviesa una delicada situación que combina una profunda crisis intersistémica y las graves consecuencias de la pandemia del covid-19, con efectos que se proyectan en el plano político; como se puede apreciar en el caso de los países andinos que han realizados recientemente procesos electorales —que si bien contribuyen en alguna medida a consolidar la institucionalidad democrática— las perspectivas de gobernabilidad se presentan poco alentadoras.
En el presente año se han efectuado procesos electorales, ya concluidos, con segunda vuelta efectuada en Bolivia y Ecuador y, en el caso de Perú, se encuentra en plena campaña electoral para la elección de la Presidencia de la República en la segunda vuelta, que tendrá lugar el próximo 6 de junio.
En principio, Bolivia presenta la mayor estabilidad política, toda vez que el partido Movimiento Al Socialismo (MAS) ha ganado la Presidencia de la República, con la victoria del joven economista Luis Arce, delfín de Evo Morales; adicionalmente, ha logrado una mayoría en el poder legislativo, lo que puede facilitar la acción de gobierno; empero, algunos nubarrones se aprecian en el horizonte.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) tiene el control de las dos cámaras del Congreso, con 21 de los 36 senadores y 75 de los 130 diputados, lo que debería permitir el apoyo automático a cualquier propuesta del Ejecutivo. Pero crecen las tensiones al interior del partido, con el creciente cuestionamiento de Evo Morales, lo que puede afectar al presidente que, en el corto periodo de gobierno, pareciera controlado por el expresidente, siguiendo su agenda política de venganza contra quienes participaron en su salida del poder, en particular, contra la expresidenta Jeanine Añez quien se encuentra en prisión.
El cuestionamiento a la hegemonía de Evo Morales en el partido va creciendo, entre sus adversarios destaca el poderoso líder indígena y vicepresidente de la república David Choquehuanca. Por otra parte, en la pasada selección de los candidatos para las elecciones subnacionales, se incrementaron las fisuras. Destaca el caso de la expulsión de Mónica Eva Copa, quien llegó a ocupar la presidencia del Senado y ha sido una importante líder del partido en la populosa ciudad de El Alto, la segunda más poblada de Bolivia y, sin el apoyo del partido, logró el triunfo de la alcaldía con más del 67% de los votos válidos. En este contexto, es factible que los enfrentamientos por el control del partido puedan complicar la acción de gobierno.
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Por otra parte, la situación política a nivel nacional plantea riesgos, toda vez que la oposición democrática ha logrado controlar seis de los nueve departamentos bolivianos, lo que podría conllevar una potencial tensión con la zona más próspera de Bolivia, la llamada media luna boliviana, en particular, con el poderoso departamento de Santa Cruz.
Ecuador proyecta una fuerte incertidumbre, toda vez que la Asamblea Nacional, electa en la primera vuelta, ha resultado adversa al presidente Guillermo Lasso. La coalición UNES, un grupo político heterogéneo —pero con un liderazgo importante del expresidente Rafael Correa, fuerte adversario del presidente Lasso— ha logrado el mayor número de representantes, 49 de los 137 miembros de la institución que es unicameral.
La composición de la nueva Asamblea obliga al presidente Lasso a fortalecer sus relaciones con el movimiento indigenista. Cabe destacar que para lograr el apoyo del Poder Legislativo el presidente requiere sumar los 12 representantes de su partido CREO, los 18 del partido socialcristiano (PSC) que apoyó su candidatura y los 24 representantes del partido indigenista de centroizquierda MUPP, cuyo líder principal es Yaku Pérez.
Adicionalmente, conviene recordar que las relaciones entre Lasso y Pérez se han deteriorado, luego de que Pérez objetó los resultados de la primera vuelta. Si bien Lasso ha demostrado capacidad de negociación con el poderoso movimiento indígena ecuatoriano, que sumó votos para lograr su victoria en la segunda vuelta, la gobernabilidad está cargada de incertidumbre, pues el movimiento indígena es muy heterogéneo, tradicionalmente adverso a los partidos conservadores que promovieron la candidatura de Guillermo Lasso y con una alta capacidad de protesta y agresividad.
El caso peruano también resulta preocupante, la fragmentación política que caracterizó la primera vuelta de las elecciones generales, con 18 candidatos, ilustra sobre el mar de fondo en la política peruana. Adicionalmente, que los radicalismos hayan logrado el triunfo en la primera vuelta, expresa la polarización y el malestar de la población.
En efecto, Pedro Castillo, representante del partido Perú Libre, de orientación marxista leninista, ha logrado el primer lugar con apenas un 19% y Keiko Fujimori de Fuerza Popular el segundo lugar con un 13%. Las cifras indican que un 70% de los votantes no comparten tales candidaturas.
El caso de Pedro Castillo y sus propuestas debería ser motivo de reflexión, representa una potencial amenaza para el futuro de Perú y de la región, pero tiene respaldo, estimula los sentimientos de los excluidos y marginados que son muchos, resulta atractivo en las actuales condiciones del país.
Pareciera que el pueblo peruano no está comprendiendo los colosales fracasos de Cuba, Nicaragua y Venezuela; donde los falsos discursos han llevado a la destrucción y la generación de pobreza para perpetuar camarillas en el poder.
Los pueblos estamos viviendo a espaldas de los vecinos. Pero el caso es más complejo, toda vez que los pobres están sometidos a la asfixiante cotidianidad de sobrevivir y aspiran soluciones urgentes, que radicales y populistas manipulan.
Cualquiera de los dos candidatos que gane en la segunda vuelta prevista para el 6 de junio se enfrenta con un Congreso adverso, fragmentado con la participación de diez partidos políticos y ninguno de ellos cuenta con una mayoría. Por otra parte, debemos tener presente la tensa relación que ha caracterizado las relaciones entre el Congreso y el Ejecutivo en los últimos años.
Cabe resaltar que el Congreso ha utilizado el recurso de la vacancia, con la causal muy ambigua de «la incapacidad moral» que, en la práctica, constituye una negociación de fuerzas políticas en el Congreso, para destituir a los presidentes y, de hecho, en el 2020 Perú enfrentó tres cambios de presidentes por los manejos de los partidos en el Congreso.
La composición del nuevo Congreso podría resultar más favorable para Pedro Castillo, toda vez que su partido Perú Libre ha logrado el mayor número de representantes, 37 de 130; en el caso de Keiko Fujimori, su partido Fuerza Popular, que en elecciones anteriores ha logrado el control de la institución, solo cuenta con 24 de los 130 miembros del Congreso. En estas condiciones construir gobernabilidad con el Congreso representa un gran desafío.
Por otra parte, y en una primera lectura, podríamos interpretar el caso chileno como novedoso y esperanzador, toda vez que el proceso electoral se presenta como el medio para avanzar en la reconstrucción de las instituciones democráticas y promover gobernabilidad.
Al respecto, ha efectuado los días 15 y 16 de este mes una megaelección para elegir: los 155 responsables de la redacción de la nueva Constitución; los alcaldes y concejales para las 346 comunas y, por primera vez desde que se recuperó la democracia, gobernadores para sus 16 regiones o departamentos.
Colombia también forma parte de esta lista de casos en la región cuya gobernabilidad enfrenta serios desafíos, pero su complejidad exige de una evaluación más exhaustiva en otra oportunidad.
Ahora bien, en todos los países se puede apreciar que, en un clima de polarización y exclusión, no es posible avanzar en la construcción de convivencia, crecimiento económico y bienestar; en consecuencia, resulta fundamental propiciar un cambio de mentalidad y de paradigmas en la política y los políticos, pero también en la actuación ciudadana, a los fines de abrir espacios para el diálogo, la negociación y la cooperación. Todos formamos parte del problema, todos debemos participar en la construcción de las soluciones.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.