Fundado en 1964 por sindicalistas y estudiantes simpatizantes de Ernesto «Che» Guevara y la revolución cubana, el ELN tiene una fuerte presencia en la frontera de 2.200 kilómetros entre ambos países.

Las partes no han pactado un cese al fuego, pero acordaron en octubre «retomar el conjunto de los acuerdos y avances logrados desde la firma de la agenda» del 30 de marzo de 2016.

Los últimos cinco presidentes colombianos han tenido negociaciones frustradas con el ELN, que aumentó su pie de fuerza de 1.800 a 2.500 miembros tras la suspensión de los diálogos con Duque, según estimaciones oficiales.

La infraestructura energética y las transnacionales en Colombia son sus principales «objetivos militares». También libra una sangrienta disputa por el territorio con disidentes del pacto de paz que desarmó a la guerrilla FARC en 2017 y grupos narcotraficantes de origen paramilitar.

Antonio García, máximo comandante del ELN, señaló en octubre que la vía para buscar la paz pasa por «atacar las causas» del «conflicto armado, que son la desigualdad, la falta de democracia, la inequidad».

La negociación es parte de una política de «paz total» con la que el nuevo gobierno busca poner fin al conflicto de casi seis décadas en Colombia.