“Gracias a dios que existe la dolarización”, por Beltrán Vallejo
Por su condición de ser el “creador del universo”, parece que Dios es el responsable de todo lo que le pasa al hombre. Por su condición “omnisciente”, Jehová también está inmiscuido en el caótico fenómeno de dolarización a empujones que vive Venezuela, tal como lo expresó el carajo más irresponsable de este país, Nicolás Maduro Moros.
Quedará para la historia de la paradoja ideológica de la izquierda latinoamericana esa entrevista que tuvo este nefasto personaje con el otro nefasto “Rasputín” de José Vicente Rangel. En dicho diálogo entre sombras, Nicolás se refiere a la dolarización de la siguiente manera: «No lo veo mal (…) ese proceso que llaman de dolarización; puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía (…) gracias a Dios existe».
¿No es merecedor este insensato de un castigo divino?
Lo cierto es que a Nicolás le pasa lo mismo del refrán aquel que dice así: “el pez muere por la boca”. Recordemos cuando cuestionó la propuesta de dolarización del que se hacía pasar como candidato opositor en la falseta electoral de la presidencial del 2018; en ese momento Maduro dijo lo siguiente: «No sabe lo que dice; esa propuesta de dolarizar y acabar con la moneda venezolana es una propuesta anticonstitucional». Pues bien, vean quien ahora aplaude lo anticonstitucional.
Y pensar que, en el pasado mes de agosto, el otro jefezuelo del régimen, el capitoste psicópata de Diosdado Cabello, clamó a los cuatro vientos, cual Júpiter tronante, que se debe “obligar a que las transacciones sean en bolívares o en trueque”; es decir, a los carajazos había que fortalecer el bolívar, imponérselo a la gente como aquella cucharada de un desagradable remedio que nos daban cuando muchacho.
Ironías de la vida. Todavía recuerdo en aquel año 2007 a un Hugo Chávez exigiéndole a los países de la OPEP que cotizaran el petróleo en una moneda distinta al dólar como manera de debilitar a los EEUU y otras papanatadas.
Lo cierto es que la realidad le hizo tragarse a Maduro y a Diosdado casi dos décadas de retórica infecunda que ha acompañado su desastre económico. En verdad les digo a mis lectores que me hubiese gustado escuchar en estas ironías al difunto, escucharlo en sus peroratas en medio de una realidad que implica que el bolívar está en derrota, y su retirada ha significado que más del 53% de las transacciones en este país se esté haciendo en dólar. Por cierto, Maduro al quitarse sus gríngolas ideológicas con respecto a la divisa ha ganado aliviar alguito la olla de presión social.
Sin embargo, esta dolarización a lo Maduro es malandra, es piche, es hasta mezquina porque dolarizado están los precios, y la divisa anda realenga, pero los salarios, sobre todo de los trabajadores de la administración pública, son en el raído y moribundo bolívar.
No soy economista, pero estoy convencido que estos dólares realengos no son la solución para frenar la espirar inflacionaria que ya va para dos años devorándonos la existencia. Estos dólares callejeros, cuyo origen ya sean las remesas o el nefasto arco minero o lo poquito del petróleo, o el narcotráfico y demás suciedades que acompañan al desgobierno de Venezuela, no forman parte de ninguna política macroeconómica sana. Esta dolarización más bien es el reconocimiento del fracaso del modelo económico que ha derivado en un país parásito que vive del esfuerzo de los que trabajan más allá de nuestra nación, o de las malandradas de mafias internacionales en su labor de blanqueo de capitales.