Gracias por los favores recibidos, por Simón Boccanegra

Se dice que Cedice está pensando seriamente enviar una carta de agradecimiento a Chacumbele (nunca más apropiado el apodo que en este caso) por el maravilloso trabajo de promoción mundial que dio al evento que esa organización llevó cabo la semana pasada.
Lo que habría sido un foro, importante, sin duda, dado el peso de las figuras internacionales que participan, pero que no habría trascendido más allá de nuestras fronteras, fue transformado, por los maestros de marketing político del chacumbelato, en un episodio de alcance mundial. Periodistas de todas partes han venido a cubrirlo.
Primero fueron los camaradas que histéricamente se pusieron a pedir que no dejaran entrar a Vargas Llosa, que le quitaran el pasaporte o que lo echaran del país. Luego, fueron los camaradas que en el aeropuerto hicieron noticia de la llegada no sólo del escritor peruano sino también de la de su hijo Álvaro, reteniendo a ambos, en días sucesivos, por más de una hora, revisando sus equipajes, interrogándolos y advirtiéndoles acerca de la conducta que debían tener. Hasta podría pensarse que quienes cumplen estas funciones son, en verdad, infiltrados de la oposición. Un gobierno que no se mata a sí mismo, si decide aceptar la presencia de un Vargas Llosa, que, obviamente, le incomoda, pues lo deja pasar y ya, pero no monta un show en el aeropuerto, que da la vuelta al mundo y opera como una fantástica caja de resonancia para el foro al cual asiste el escritor, al cual, a fin de cuentas le franqueó la entrada.
Sin embargo, las peripecias de que ha estado rodeado el foro de Cedice, han servido más que mil reportajes para mostrar, urbi et orbi, lo que está pasando en Venezuela, con un régimen que cada día se deslastra más y más de escrúpulos democráticos y acentúa una peligrosa deriva dictatorialista, pero, también, que frente a esta existe una muy resuelta disposición a no dejarla cuajar.