Guaidó, el bono a los trabajadores de la salud y la corrupción, por Xabier Coscojuela
@xabiercosco
La decisión de entregar por tres meses un bono de 100 dólares a todos los trabajadores de la salud del país, nos parece justa y necesaria y la apoyamos. Es una buena iniciativa del diputado Juan Guaidó, presidente interino reconocido por casi 60 países, que además le permitirá demostrar que su gobierno no solo se ejerce en el exterior.
Este último punto depende de dos cosas. En primer lugar que Nicolás Maduro y el cogollo gobernante no impidan su pago. En caso de impedirlo, será una derrota política del madurismo.En segundo lugar, su implementación no es sencilla, pero esperamos que todos los aspectos necesarios para llevarla a cabo hayan sido estudiados y solventados por quienes acompañan a Guaidó. Las expectativas creadas no deben ser defraudadas.
Uno de los aspectos que más debe cuidarse es el pulcro y honesto manejo de esos recursos. La administración de Guaidó ha sido señalada desde diferentes partes por manejos poco claros en la ayuda humanitaria recibida, señalamientos que causaron la destitución de varias personas encargadas de administrar dicha ayuda. Hay quienes también han cuestionado algunas decisiones tomadas desde Citgo.
A las propuestas hechas para que los migrantes venezolanos reciban un bono mensual en dólares, ha prevalecido más bien el silencio y, las respuestas -cuando se han dado-, no han sido las más adecuadas, generando ruidos innecesarios.
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Otra denuncia que debe ser atendida es la que tiene que ver con la empresa Monómeros Colombo Venezolanos, ubicada en Barranquilla, Colombia, y donde se señalan manejos administrativos no muy santos, denuncia que hace un senador colombiano del partido de Álvaro Uribe, quien incluso pide la intervención de la empresa. Sobre el tema se guarda también silencio.
La corrupción es un virus que acompaña al país desde tiempos inmemoriables. Ha tenido focos muy poderosos en diversos gobiernos. Hugo Chávez y quienes lo acompañaron en el golpe de Estado de 4F lo justificaron, en buena medida, por la supuesta corrupción existente en ese momento. Cuando les correspondió demostrar que manejarían la hacienda pública con el decoro que pregonaban, hicieron todo lo contrario. El chavismo tiene el récord histórico, son campeones universales, galácticos, en corrupción.
Ahora bien, quienes aspiran a sucederles tienen que demostrar, desde el primer minuto, que el manejo pulcro, transparente, productivo, honesto de los recursos públicos es su práctica. Que el discurso no va por un lado y los hechos por otro. Hasta ahora, la lucha contra la corrupción ha sido más bien artificio. Guaidó debe demostrar que ya las cosas son y serán distintas.