Guardaespaldas bolivariano, por Simón Boccanegra
Según lo pude ver en un motorizado, cuya negra chaqueta tenía la inscripción de «Asociación Bolivariana de Escoltas», existe esta singular institución, que agrupa a los que, menos pomposamente, se conocen como «guardaespaldas».
En este caso, se trata, obviamente, de los guardaespaldas de los capos bolivarianos. Esto da una medida del fenomenal incremento que ha tenido ese oficio durante la «revolución». En nuestro país es más o menos tradicional que cualquier «pesado» ande con escolta, pero con la «revolución», el hecho de cargar escolta es un símbolo de distinción.
No sólo los pesados del régimen sino cualquiera de sus pelagatos se las arregla para dotarse de esos tipos malencarados pero, por lo general, bien vestidos, siempre encorbatados, que han pasado a constituir una muestra de status. Mientras más escoltas cargue el escoltado se supone que más alto es su rango. Sin embargo, aunque la protección que brindan parece ser eficiente, porque, hasta hoy, ni siquiera una cachetada ha recibido ninguno de sus protegidos, los escoltas mismos son víctimas muy apreciadas por el hampa.
No pocas veces se hace noticia el asesinato de un guardaespaldas. La razón es siempre la misma: los matan para quitarles el arma. Los delincuentes saben que por lo menos una 38 cañón corto portan los infortunados. No más en este año han sido muertos dos escoltas del ministro Rafael Ramírez. No sé si todavía quedan muchos aspirantes a cubrir esas bajas lamentables, porque no puede ser casual que a un mismo personaje le asesinen dos de sus escoltas en un mismo año.
Pero lo cierto del caso es que ya son tantos los escoltas que no sólo se han asociado sino que son tan visibles que no hay azote de barrio que no los distinga entre la multitud.