Guayana está un poquito peor, por Wilfredo Velásquez
Guayana, además de padecer las desgracias producidas por la desastrosa administración socialista en todo en el país, suma a su tragedia particular la carencia de combustible, sin que se sepa a ciencia cierta, las causas de tan lamentable estado.
Cuando reflexionamos sobre las causas que llevaron al estado Bolívar a esta deplorable situación, no encontramos información suficiente para realizar una mínima evaluación, puesto que ninguna autoridad suministra explicación alguna.
Sin embargo, en el marco de la opacidad administrativa a que nos tiene acostumbrado el régimen, empezamos por considerar que el desabastecimiento y el racionamiento de gasolina, se debería, en primer lugar a que las necesidades de combustible, especialmente de gasolina, del arco minero, obligan al gobierno regional a desviar el combustible de Ciudad Bolívar, Ciudad Guayana y Upata para satisfacer las necesidades de la actividad minera, sin embargo cuando lo pensamos detenidamente, nos percatamos que los equipos utilizados en el arco minero, funcionan fundamentalmente con diésel, y que el parque automotor de esa zona no puede ser superior al de las ciudades del resto del estado. Entonces… ¿ A dónde va la gasolina que nos escamotean con el racionamiento?
Los guayaneses tenemos que alertar al resto del país, sobre lo que significa vivir, hasta ahora, durante cuatro meses, bajo un régimen de racionamiento permanente de gasolina.
Actualmente la están expendiendo en once estaciones de las veintitrés que existen, de manera interdiaria, lo que significa que solo seis funcionan diariamente, a cada “bomba” llegan entre nueve y trece mil litros, las más afortunadas puede atender, gracias al racionamiento de 40/lts por vehículos, 325 automóviles, cada dos días.
Esto significa que los conductores deben permanecer por lo menos 48 horas en la cola, desatendiendo todas sus responsabilidades.
Las consecuencias de tan limitado racionamiento, son incalculables y tan terroríficas como el Apocalipsis que describen los personeros del règimen, cuando hablan de las guarimbas, por ejemplo, en relación a la ya precaria situación del sistema de salud que sufren los guayaneses, solo existen dos hospitales de referencia regional, a los que resulta virtualmente imposible trasladar a cualquier paciente que provenga de una ciudad diferente a la de ubicación de estos hospitales, sin considerar las limitaciones propias de estas instituciones, suponemos que solamente las dificultades de traslados deben haber causado más de una muerte.
En cuanto a abastecimiento, las hortalizas y vegetales que se consumen en el estado, en su mayoría provienen de la región andina y debido al racionamiento de la gasolina, ya resulta notorio el desabastecimiento en estos rubros, así como en víveres y proteínas.
Aunque resulte exagerado, suponer una próxima hambruna, si podemos decir que estamos en puertas de una emergencia nutricional.
Loa niños y jóvenes en edad escolar, son víctimas del ausentismo escolar, inducido, como le gusta decir al régimen, por la falta de combustible, los padres durante los días de cola para tanquear, no pueden trasladarlos a su respectivos colegios y los docentes tampoco pueden acudir a los planteles.
El escaso transporte colectivo no funciona regularmente, lo que impide a los trabajadores acudir con puntualidad a sus lugares de trabajo.
Los comercios no pueden ser a abastecidos oportunamente y los potenciales clientes, no cuentan con los medios de transporte que les permitan llegar a los locales comerciales.
En general el racionamiento de gasolina limita notablemente nuestro derecho a la libre movilidad, desmejorando significativamente las condiciones de vida de la población.
En el resto del país el suministro de gasolina no presenta mayores dificultades, mientras que en el estado Bolívar, cada vez resulta más grave, ¿A qué debe?
Las autoridades hablan de posibles fechas de solución, pero no explican las causas.
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Si el problema tuviera su origen en las necesidades del arco minero, bastaría, de manera muy elemental, con dividir el estado, a efectos del suministro, en dos subregiones y asignarle su cupo a la correspondiente a la actividad minera, garantizando el buen servicio al resto del estado.
Otras posibles explicaciones a las carencias de combustible en el estado, pudieran estar relacionadas con el contrabando de extracción por nuestra proximidad con Guyana, Trinidad y Brasil, lo que requeriría, la participación más activa de las instituciones responsables del resguardo de nuestras fronteras.
En el mundo, las dificultades en el suministro de combustible como las variaciones en su precio han producido estallidos sociales importantes, en nuestro estado, sorprendentemente, abruma la docilidad con que la gente soporta los atropellos a que son sometidos por los responsables de la seguridad y custodia de las estaciones de servicios, están dispuestos a pasa hasta 48 horas en las colas, mientras observan con pasmosa tolerancia como los responsables del orden en las mismas, violan la organización, previamente establecida, para favorecer a sus “allegados”, al punto que en algunas existen las cortas colas VIP para quienes supuestamente pagan por el suministro rápido, comentan a “soto vocee”, con el temor a no ser atendidos, o calificados como creadores de conflictos, que los administradores de las bombas, comercializan pimpinas (envases de 4 lts), a exorbitantes precios dolarizados, comentarios estos, que dejan entrever la posible existencia de una extensa red de corrupción en el suministro, movidas por pequeños gestores..
Los que manejan las bombas al igual que los funcionarios del gobierno, han evitado la participación de la comunidad en actividades relacionadas con la organización del servicio y la contraloría social, que pudiera ayudar a disminuir los vejámenes y humillaciones a que son sometidos los usuarios.
Casi cuatro meses de racionamiento de combustible con sus nefastas consecuencia, en solo un estado, deja de ser una contingencia para convertirse en un problema estructural, cuya solución requiere medidas drásticas.
Las autoridades nacionales deberían declarar la emergencia en el sector y tomar el control, para evitar los graves daños que esa situación está causando a nuestra economía y a la sociedad.