Guillo con el ultrarradicalismo, por Simón Boccanegra
Parafraseando un célebre verso de César Vallejo («España, cuídate de tu propia España»), este minicronista dice hoy: «Oposición, cuídate de tu propia oposición». Cada vez que llega un momento estelar aparecen unas manos pelúas que ponen el caldo morado. El 11 de abril, ahora nadie sabe cómo, apareció un decreto que sirvió de piso político a aquella ceremonia napoleónica en Miraflores. El sábado pasado fue leído en la avenida Bolívar un texto, ahora tan huérfano como el decreto de Pedro Carmona, que borró toda referencia a la que se supone la principal línea de acción de la oposición, que es la enmienda, que llamó a una inefable «desobediencia civil» que nadie sabe con qué se come, y que de una vez convocó a una marcha a Miraflores para el 11 de julio. A mí me van a perdonar pero no sé por qué sospecho que la vieja prepotencia y arrogancia adecas están reapareciendo tan lozanas como en los tiempos en que los dirigentes del «partido del pueblo» se dedicaban a sembrar los vientos que trajeron estas tempestades. Ojo en la CTV.