Habilidades blandas para ser más “duros”, por David Somoza Mosquera
El mundo continúa cambiando de manera acelerada en materia laboral, lo que implica un gran desafío para los trabajadores. No solo tienen que demostrar que son capaces de adaptarse a esas transformaciones, sino que también poseen las herramientas necesarias para salir fortalecidos en los momentos más críticos y, además de ello, que son creativos y resilientes.
Como se puede ver, no es poco a lo que se enfrentan los profesionales. Ya no basta con que posean conocimientos duros, los cuales sin duda alguna son cruciales para resolver problemas sobre todo técnicos. Ahora requieren de «algo más».
Y ese «algo más» se traduce en la capacidad adaptativa que brindan las habilidades blandas o soft skills, las cuales apuntan al lado emocional, interpersonal y a cómo se desenvuelve el personal en una compañía. Se ejemplifican a través de la actitud, el comportamiento, la expresión personal y la motivación.
Si bien no se pueden medir de forma categórica como con las habilidades duras, permiten a los empleados trabajar de manera independiente y en equipo, combinando personalidades y estilos de trabajo para encontrar los mejores resultados y soluciones.
En otras palabras, son aquellos atributos y capacidades que le facilitan a una persona, bien sea jefe o empleado, resolver inconvenientes y enfrentar de manera adecuada la jornada laboral.
Así que, si antes esas habilidades no cognitivas eran de gran importancia y valor en el ámbito de los negocios, donde pueden suscitarse diversos tipos de problemas, ahora lo son todavía más tomando en cuenta las circunstancias actuales.
Sin embargo, en comparación con las habilidades duras, que tienen criterios definitivos, las blandas –que son básicamente competencias innatas– pueden parecer difíciles de conseguir, incluso para los profesionales experimentados.
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Pero no se trata de una misión imposible, pues las habilidades blandas también se pueden desarrollar. Y es un paso que desde todo punto de vista es recomendable dar. Las habilidades blandas son consideradas un preciado activo tanto para los empleados, así como para las empresas por los beneficios que reviste para ambas partes.
A los trabajadores les permite diferenciarse y destacarse dentro del competitivo mercado laboral y a las compañías contar con empleados productivos y alineados con el crecimiento de la empresa, y cuyas capacidades se vuelven cruciales, sobre todo en época de dificultades.
¿Y cuáles son esas habilidades blandas tan preciadas? Trabajar en equipo, ser comunicativo, tener adaptabilidad ante los distintos escenarios, poseer una actitud positiva, resolver problemas, gestionar eficientemente el tiempo y el cambio, manejar el estrés y ejercer liderazgo.
En definitiva, las habilidades blandas abren puertas. Siempre se necesitan profesionales que sumen y esto lo hacen cuando son flexibles y proactivos, cuando aportan gran capacidad resolutiva y resiliencia para abordar los desafíos y son capaces de intuir las tendencias que vendrán. Todo ello, además de liderazgo, contribuye a llevar a la compañía a un nivel superior.
Aunque es innegable que todas las habilidades son útiles y aplicables, las blandas pueden convertir a los trabajadores en unos «duros».
David Somoza Mosquera es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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