“Hacemos lo que nadie quiere hacer”: la voz de latinos en Berlín el Día del Trabajador

Migrantes latinos en Alemania denuncian que, pese a sus títulos y preparación, son empujados a trabajos invisibles y mal remunerados. Entre las barreras culturales cotidianas y el ascenso de la ultraderecha, su lucha por condiciones laborales dignas se vuelve cada vez más urgente.
Esta cobertura fue posible gracias al apoyo del Programa Internacional para Periodistas (IJP, por sus siglas en alemán)
Fotos: María de los Ángeles Graterol
«Que tiemblen, que tiemblen, que tiemblen los fascistas, que está el paro migrante a la vuelta de la esquina», coreaban al unísono decenas de voces en la calle Karl-Marx-Allee de Berlín. Era 1° de mayo y, entre pancartas improvisadas, tambores y banderas, una columna de migrantes latinoamericanos marchaba con la fuerza de quienes han aprendido que su trabajo sostiene al país, pero que su esfuerzo rara vez se reconoce.
La manifestación del Día Internacional del Trabajador tomó un aire distinto este año en la capital alemana. En medio del murmullo de consignas y camiones con música en vivo, emergía una consigna clara: “igual trabajo, igual salario”. Los carteles escritos en español, alemán y portugués eran como ventanas abiertas a una verdad incómoda: la precarización laboral de quienes lo dan todo para sostener servicios esenciales.
Brasil, Perú, Argentina.. las banderas se movían con la misma intensidad que las demandas. “Mientras cuido a tus hijos, ¿Quién cuida a los míos?”, se leía en la pancarta de una trabajadora del cuidado. La diversidad de acentos y rostros era un espejo de la región: cabellos rizados, pieles claras y oscuras, cuerpos que han cruzado el océano con la esperanza de una vida más digna.
Pero esa esperanza tropieza con la realidad.
Mario de Diago, argentino de 48 años, lo resume con voz firme pero mirada cansada. En Argentina era actor, director de cine. Vino con la ilusión de seguir creando. Hoy es enfermero. “Le tengo que dar de comer a mi hijo”, dice. Mario no se queja del trabajo, pero sí del sistema: “Es un laburo bien pagado, pero durísimo. Como migrante, la invitación es a hacer los trabajos que nadie quiere hacer acá. Llegas y en general lo que sucede con el mercado laboral es que te explotan, porque saben que no tienes una idea real de cuáles son tus derechos”.
Y no se trata de una historia aislada. Según el Instituto Alemán de Economía, los latinoamericanos tienen un 9,2 % más de presencia en empleos especializados o de nivel universitario que los propios alemanes (38,9 % frente a 29,7 % en junio de 2022). Son ocupaciones que exigen formación académica o técnica avanzada, pero no siempre garantizan condiciones laborales dignas.
Por otra parte, la proporción de trabajadores latinoamericanos cotizantes al sistema de seguridad social —clave para acceder a pensiones, salud y subsidios— aumentó de 28,3 % en 2011 a 51,5 % en 2021. Es decir: cada vez más latinos trabajan legalmente y contribuyen al sistema alemán. Sin embargo, la precarización persiste.
Mientras tanto, Alemania enfrenta un déficit estructural de mano de obra. El propio Gobierno Federal reconoce que se necesitan al menos 400.000 migrantes al año para sostener el crecimiento económico. El portal oficial Make it in Germany, impulsado por el Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima, ha lanzado campañas en países como México, Brasil, Argentina y Colombia para atraer trabajadores cualificados. Pero atraer es solo una parte del problema: el reto está en retenerlos.
Fernanda Pérez, mexicana, lleva año y medio en Berlín. “En mis primeros trabajos me ofrecían 10 euros por hora, en negro. Tenía los papeles en regla, pero eso no importaba”, cuenta. Desde entonces, solo busca trabajar con latinos porque se siente más respaldada.
La joven de 23 años afirma que el discurso político cada vez más hostil hacia los migrantes se puede traducir en discriminación laboral.
“Es una incongruencia total de la derecha, se necesitan migrantes, se sabe, pero se les paga mal, tienen los peores salarios, no se les dan los beneficios de un trabajo oficial. La experiencia como trabajadora migrante es diferente. Se nota la precarización del trabajo”, señala.
El muro invisible que frena a los latinos
Etno Díaz, un peruano que trabaja en el sector tecnológico, lo vive desde otra orilla, pero con los mismos tropiezos. “Encontrar trabajo fue difícil, me tomó seis o siete meses. Una vez insertado en el sistema laboral ha sido más sencillo, pero no es el caso general de los migrantes. Hay un tabú contra nosotros. Nos discriminan por no hablar el alemán perfecto, por nuestro acento. Y eso que muchos estamos altamente calificados”, explica.
Tiene amigos con posgrados, que dominan tres idiomas, y aún así no consiguen empleos dignos. La brecha no es de talento, sino de barreras estructurales.
El Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales ha planteado elevar el salario mínimo a 15 euros por hora para 2026, pero la medida no desmonta los obstáculos reales: xenofobia, contratos irregulares, desinformación. Todo esto mientras la extrema derecha gana terreno político y, con ella, un discurso que advierte con cerrar aún más las puertas que apenas están entreabiertas.
Y es que el auge de partidos de ultraderecha en Alemania no solo amenaza leyes migratorias, sino también la estabilidad emocional y económica de quienes ya están aquí. Los trabajadores migrantes latinos temen que se reduzcan sus oportunidades, aumenten los controles y disminuya el acceso a beneficios y protección laboral.
A pesar de todo, la marcha del 1º de mayo no fue una escena de derrota, sino de dignidad. De cuerpos que se abrazan, de niños en los hombros de sus padres, de cantos que desafían el frío berlinés. Porque más allá de las estadísticas, lo que se vivió fue una muestra de fuerza colectiva. En tiempos donde el avance de la extrema derecha alimenta el rechazo, los trabajadores migrantes respondieron con presencia, con voz y con una demanda clara: reconocimiento, condiciones justas y un lugar digno en la sociedad que también ayudan a sostener.