¿Hasta cuándo te haces el loco, Hugo?
La serenata de Carlos Kauffman en Miami permite hablarle directamente a Hugo Chávez. Porque algunos de los guisos confesados por este hombre de negocios (sucios) han sido denunciados aquí en Venezuela desde hace mucho tiempo. El Presidente no puede seguir con la cantaleta del «montaje del imperio» y que si la CIA, que si el FBI, que si patatín que si patatán. Los guisos, Hugo Chávez, han sido endógenos. Lo del edificio del Citibank fue hecho público por TalCual, al igual que lo de lo de los edificios para la Escuela del Ministerio de Finanzas. Los increíbles atracos realizados por Tobías Nóbrega desde el Ministerio de Finanzas fueron objeto, en dos ocasiones distintas, de media docena de editoriales de este diario, explicando con detalles cómo este sinvergüenza, tu ministro, Hugo Chávez, había robado a la República millones de dólares en complicidad con quienes ahora confiesan el asalto. La relación delictiva entre Franklin Durán y tu pana, Hugo Chávez, el coronel retirado Johnny Yáñez Rangel, gobernador de Cojedes, fue expuesta públicamente en el parlamento por el diputado del MAS Pedro Castillo y ampliamente difundida a través de TalCual. Tú nunca le paraste bola a estas cosas. Te hacías el desentendido. Ahora dices que son vainas del imperio. ¿Hasta cuándo vas a seguir con esa pendejada? Aquí lo que está quedando demostrado en el juicio de Miami es cuán honda es la putrefacción de este régimen. Tu gobierno, Hugo Chávez, está podrido. Ustedes llegaron al gobierno con la bandera de la «purificación» del país («incluso por la sangre», decían los más talibanes de tus compañeros). ¡Qué purificación ni que carajos! Lo que llegó fue una manada de asaltantes de caminos, una marabunta depredadora, que ha robado como nunca antes se había hecho en este país, construyendo fortunas enormes de la noche a la mañana. ¿Hasta cuándo vas a hacerte el loco con tus ministros ladrones, con tus gobernadores ladrones, con tus pedevesos ladrones? Ustedes han hecho un gobierno inmoral, que no sólo roba a la nación, sino que estafa la fe del pueblo.