Héctor Rodríguez, una carrera meteórica
Hoy es la cara de la bancada oficialista. Su rostro se ha vuelto súper mediático por ser el diputado que más sube al presidio de la Asamblea Nacional, y también a quien le toca dar cuenta de las posturas del Gran Polo Patriótico, aunque no le guste ser diputado porque «hablan mucho y hacen poco».
Pero Héctor Rodríguez no es una ficha nueva en la política. Desde temprana edad se ha venido desempeñando en distintos cargos públicos, nunca de abajo hacia arriba sino llegando por la obra y gracia del dedo «supremo».
Ahora tiene 34 años, pero uno de los más jóvenes de los dirigentes oficialistas hizo sus pinitos en la política como dirigente estudiantil de la Universidad Central de Venezuela, donde en 2004 ganó la presidencia del Centro de Estudiantes de la Escuela de Derecho aunque luego perdió la Federación de Centros Universitarios con Stalin González. Sin embargo, su salto a la palestra nacional ocurre el 7 de junio de 2007 cuando participó en el debate televisado en cadena nacional que se llevó a cabo entre estudiantes de oposición y oficialismo.
Rodríguez nació el 26 de marzo de 1982 en Río Chico, Miranda, cuando gobernaba la denominada «cuarta república». De las aulas de la UCV pasó raudo y veloz hasta el Vicerrectorado de la Unefa y luego a un despacho ministerial. En agosto de 2008 ocupó el cargo en el Despacho de la Presidencia, hasta diciembre. Un año más tarde, volvió al gabinete, ahora en Educación. De 162 proyectos que están en la ficha de la Memoria y Cuenta del ente, sólo hay 27 concretados.
Consultado por ElEstímulo.com al respecto -en una entrevista llena de ganas de repartir culpas por igual por la crisis del país-, dijo «no sé de qué me estás hablando».
Las irregularidades administrativas en su tránsito en el Ministerio de Deporte salpicaron su currículo en la administración pública y su sucesora en el cargo, la esgrimista Alejandra Benítez, ayudó tras denunciar la fuga de 66 millones de dólares mediante fraude en la asignación de recursos deportivos. Entre la espada y la pared, Rodríguez supo sacudirse un poco y declaró que durante su gestión se realizaron auditorías de forma permanente.
Saltar de un puesto a otro, le ha permitido ser el único joven electo por las bases psuvistas como miembro de la dirección nacional. Pero los cargos ministeriales, que confiesa haber asumido sin saber nada de tales materias, no han sido la única herramienta que le ha permitido ubicarse en el ojo público. El abogado ha sido también noticia por algunas imprudencias cometidas, entre las que destaca haberse quedado dormido en plena alocución presidencial, sin poderlo ocultar porque estaba sentado en la primera fila.
Además, sus declaraciones lo han dejado mal parado, como aquella vez que soltó que no sacarían a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media, «para que después se vuelvan escuálidos».
La creatividad para sacar de debajo la manga las excusas de sus errores parece ser la práctica usual de los representantes del oficialismo, pues al parecer estos últimos 17 años en el poder le han permitido conseguir culpables a sus fracasos. Rodríguez no escapa de este mal y asegura que la crisis actual es culpa de un pueblo analfabeta que no ha permitido implantar una economía productiva y, por el contrario, se ha quedado con el esquema del ingreso petrolero.
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