¡Heil, Hugo!, por Teodoro Petkoff
No es la primera vez que en Venezuela se aprueba una ley habilitante para dar a los presidentes la facultad de gobernarpor decreto. Pero sí es la primera vez que se otorgan poderes especiales al Presidente por un lapso de año y medio y con capacidad para emitir decretos-ley sobre absolutamente todos los ámbitos de la vida nacional. Esta singularidad nos lleva inevitablemente a recordar que el único antecedente a esta habilitación chavista es la que recibió Adolfo Hitler del Parlamento alemán (Reichstag), el 24 de marzo de 1933, mediante la llamada “Ley para la protección del Pueblo y del Estado”, que constaba apenas de cinco artículos. En el artículo 1 el Reichstag declinaba en el Gobierno, es decir en el gabinete presidido por Hitler, la elaboración de las leyes. En el artículo 2 se establecía que las leyes aprobadas por el Gabinete podíanno estar ajustadas a la Constitución. El artículo 5 fijaba en cuatro años el lapso para la vigencia dela ley. De este modo, barrió Hitler con los que consideraba enojosos y lentos procedimientos parlamentarios de la República de Weimar, disolvió en la práctica al Reichstag y asentó las basesde su satánico poder, gobernando de allí en adelante sin ninguna restricción parlamentaria —nide ningún otro tipo.
No queremos, de ninguna manera, sugerir que Chávez sea nazi, pero no puede caber duda de que tiene muy presente la historia de cómo Hitler destruyó “legalmente” la democracia alemana. En su discurso de toma de posesión, el 2 de febrero de 1999, Chávez, en un momento de su alocución, explicaba que la refundación de la República, para la cual convocaría una Constituyente, exigiría impedir que las formalidades legales dificultaran o retardaran ese proceso. Fue dentro de ese contexto que mencionó a Hitler y a la República de Weimar. Por cierto, dándose cuenta de la desmesura de lo que decía, retrocedió y con su conocida habilidad retórica volvió un galimatías el argumento que exponía. Fue cosa de brevísimos segundos, que por pasar desapercibidos no se les concedió la debida importancia.
Ahora que se aprueba una Ley Habilitante de corte hitleriano vale la pena traer a cuento este instante de nuestra historia reciente, porque no es ajeno a la naturaleza del proceso vivido y de alguna manera lo explica.
Chávez, a diferencia de Hitler, que actuó apenas ganó las elecciones, fue obligado por el país a esperar ocho años para poder pedir y obtener estos poderes imperiales.
Chávez tropezó con un país que lo ha podido contener hasta ahora y habría podido, incluso, impedir este desarrollo, pero contó con la larga cadena de errores que fueron entregándole poco a poco porciones del poder, hasta que el último de ellos le regaló una AN con la cual puede hacer lo que le dé la gana, incluso, como ahora, lograr, por unanimidad, que se suicide como cuerpo legislativo.
La Habilitante está dirigida a consolidar y a blindar el autocratismo que a lo largo de ocho años se ha ido desenvolviendo. Su propósito implícito es el de reforzar el absolutismo y suprimir los mecanismos constitucionales y legales que en ese precioso producto del desarrollo civilizatorio que es la democracia liberal protegen a las sociedades de lo que Tocqueville denominó la “tiranía de la mayoría”. Este pueblo no se calará esto.