Hombre y mujer en la revolución, por Simón Boccanegra
Existe un ministerio denominado del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género y un Instituto Nacional de la Mujer. Entrambos mantienen una página web, en la cual es posible encontrar las peculiares ideas que las señoras que la elaboran poseen acerca de la igualdad de género y de los roles sociales que atribuyen a cada uno de los sexos. Según la concepción de la revolución, a la mujer le toca «cocinar, cuidar, perdonar, comprar, coser y agradar» y al hombre le sale «correr, pensar, decidir, calcular, pelear y negociar». Que a comienzos del siglo XXI una pretendida revolución socialista nos presente esta regorgalla digna de los tiempos de Trucutú y más acá, revela que la razón fundamental que explica la inexistencia de una revolución en este país es el absoluto atraso e ignorancia de quienes se dicen protagonistas de ella.
No hay revolución sin teoría revolucionaria, decía uno de los clásicos, amén de que se cae de maduro que sea así. Es cosa de sentido común. Si se va a cambiar la vida es bueno saber en qué sentido se orientará tal cambio. Pero la revolución de Chávez propone, nada menos y nada más, que la mujer de hoy «no corra, no piense (al menos las que no están en Inamujer), no decida ni calcule y mucho menos pelee y negocie», que esas son cosas de hombres, y se comporte según la fórmula que recetaba el nazismo, que decía más o menos así: «cocina, iglesia y niños». El chavismo pretende devolver el reloj de la historia a los tiempos del cinturón de castidad. Cuán pesada es la carga del machismo en la sociedad en que las mujeres del ministerio y el instituto del ramo han elaborado un impecable manifiesto machista, creyendo luchar contra este.