Huesito ’e pollo, por Simón Boccanegra
Una vez este minicronista coincidió con él en una corrida de toros. Ya era una estrella consagrada en el béisbol del norte, pero no lucía envanecido. Todo lo contrario, dicharachero y metiche, para todo el mundo a su alrededor tenía una gracejada. Los seis toros se los pasó hablando y literalmente me obligó –a ese tremendo jodedor no era fácil decirle que no– a embucharme de cerveza. Como aquel personaje del escritor ruso Gogol, que era «histórico» porque le ocurrían «historias», él también es «histórico», tanto que hasta un unitario de televisión escribió una vez Ibsen Martínez sobre él, con sus historias y con él mismo como actor, lo cual obviamente ya es una «historia» más de las suyas. Pero detrás de la fachada light hay una disciplina y una voluntad de hierro, sin las cuales no se puede avanzar ni un centímetro, no digo en la pelota sino en ninguna otra cosa en la vida. Se propuso ser manager en las Grandes Ligas y lo logró, con el equipo donde cubrió la parte más destacada de su brillante carrera, en una ciudad donde lo quieren y lo recuerdan como el otro venezolano que calzó los spikes de Carrasquelito y de Luis Aparicio. Buena esa, «Huesito’ e pollo».