Misión paja, por Teodoro Petkoff
En un nuevo episodio de delirium tremens (aunque es bien sabido que el hombre no se echa palos, lo cual en su caso constituye un agravante, porque ya se sabe que “rascado no vale” ), Chávez prometió que su gobierno construirá entre este año y el 2006, 200 mil viviendas. En otras palabras, la meta es construir dos veces el número de viviendas que han sido levantadas en los seis años anteriores. Que más quisiéramos que eso fuera cierto, pero dados los antecedentes, no hay muchas razones para el optimismo. Entre 1999 y agosto de 2004, el gobierno de la revolución humanista, desvelado por la situación de los pobres, con Chávez avergonzado porque él debía vivir en La Casona mientras millones de sus compatriotas pobres lo hacen en ranchos, construyó apenas 100.569 viviendas, lo cual hace un promedio de 16 mil por año. Esta cifra, más que escuálida, misérrima, contrasta con el desempeño de los dos gobiernos anteriores al de Chávez. En los cinco años del periodo CAP 2-Velásquez, fueron construidas por el gobierno 313 mil viviendas: un promedio de 62 mil anuales. En el gobierno de Caldera 2, el gobierno construyó 341.666 viviendas: 68 mil por año. Gobiernos sobre los cuales Chávez ha lanzado toneladas de dicterios, construyeron en cinco años cada uno, tres veces más viviendas que Chávez en seis.
Quizás nada desnuda más elocuentemente el maratón de charlatanería que nos hemos tenido que calar durante este sexenio que el lamentable fracaso de la política de vivienda de la “revolución”. Obviamente, con paja no se pueden hacer ni siquiera ranchos de bahareque. Ahora, nuevamente surge la promesa:
80 mil viviendas este año y 120 mil el próximo. Sería realmente un milagro.
Como milagroso habría sido que el desempleo hubiera descendido del 19% que registraba el Instituto Nacional de Estadística (INE) para enero de 2004 al cinco por ciento que vaticinó Merlín Chávez para diciembre del mismo año. Ese iba a ser el mágico resultado de la Misión Vuelvan Caras. Bueno, el INE acaba de suministrar la cifra de desempleo en enero 2005: 15,3%, menor que la del mismo mes del año anterior pero equivalente al promedio de todo el 2004. Las caras siguen volteadas hacia el polo de la desesperanza y la miseria.
Por supuesto, era imposible un resultado diferente. Cada año se incorporan al mercado laboral unos 400 mil venezolanos. Un aparato productivo como el nuestro, donde tanto la inversión privada como la pública están reducidas a sus más bajos niveles históricos, no está en capacidad de absorber esa ingente masa de gente joven que llega a la edad de trabajar. La política económica del chavismo ni lava ni presta la batea. Si no hay inversión, no hay creación de fuentes de trabajo –para decirlo con esa expresión, hoy en desuso pero muy gráfica. Si no hay inversión para crear puestos de trabajo, el desempleo no puede disminuir. Pero como la gente tiene que vivir lo que queda para rebuscarse es la calle, la informalidad y la delincuencia. O sea, un deterioro social que no cesa y que es inocultable.
Dice el presidente, refiriéndose al puntofijismo, que con pobreza no podía haber democracia. Dicho en 1999 era todo un programa esperanzador. Seis años después, es puro gamelote.