Venezuela nuclear, por Simón Boccanegra
Este minicronista ya cree saber a qué pudo haber venido Julio De Vido, el superladrón argentino, cuya visita coincidió con la de Ramiro Valdés. Habida cuenta de que De Vido es un conocido pillo, que cumplía, hasta lo del maletín de Antonini, la función de llevar los negocios sucios de la mafia Kirchner con sus pares de por aquí, pensé que venía a restablecer los vínculos temporalmente suspendidos a raíz del maletinazo. Seguramente eso estaba entre las cosas de las que se ocupó, pero de pronto me he enterado de que De Vido, quien disimula sus operativos delictivos tras el pomposo título de Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, también tiene a su cargo la industria atómica argentina. Argentina ha construido dos centrales nucleares (para fines pacíficos, obviamente), recién está terminando una tercera y planea una cuarta. Recientemente, De Vido, en representación de su gobierno, firmó un memorandum de entendimiento con el vicepresidente de la Corporación de Energía Atómica Estatal de Rusia (Rosatom), Nikolai Spasky, para recibir asesoría técnica. Argentina comenzó desde la década de los 70 el desarrollo de su industria nuclear. En 1974 construyó la primera central, «Atucha II»; en 1984, la segunda, «Embalse»; la tercera, «Atucha I», debe haber comenzado a generar energía en enero de este año. Su desarrollo en este campo le ha permitido vender un reactor nuclear a Holanda, en contrato firmado a finales del año pasado. ¿Habrá venido De Vido a vendernos una central nuclear, negocito del cual le quedará a él, sus jefes y sus cómplices de aquí, una bien gorda comisión? Digo, porque como últimamente Chacumbele se la pasa hablando de que Venezuela será una potencia nuclear…