La herida que no se borra luego de las protestas: el caso de Daniel Infante
El 24 de abril de 2017 ocurrió el primer “plantón” contra el Gobierno. En Mérida, entonces, se vio y sufrió la acción de grupos armados oficialistas que arremetieron contra la protesta. Una de las víctimas es Daniel Infante, quien con apenas 24 años quedó condenado a una cama luego de recibir un disparo en la cabeza que no lo mató
Autor: Marisela Castillo Apitz
Daniel Infante está vivo de milagro. El impacto de una bala en su cabeza hizo que este joven de 26 años no pueda abrir sus ojos, hablar ni tampoco moverse. Solo respira. El suceso que lo condenó a una cama ocurrió el 24 de abril de 2017, fecha en la que se produjo el primer “plantón” convocado para manifestar en contra de Nicolás Maduro. Fue en el estado Mérida. Se presume que un simpatizante del oficialismo disparó en su contra cuando, de manera violenta, un grupo de personas quiso acabar con esa protesta.
Daniel no estaba participando en la manifestación, pero sí vive en un edificio ubicado a escasos 50 metros de donde ocurría el evento político, la avenida Las Américas de la capital merideña.
Aquel lunes, cuando escuchó las primeras detonaciones desde su residencia, salió de apartamento y alcalzó la calle. Fue recibido por una bala que le impactó la cabeza, por el lado derecho del cerebro. Cuando cayó al suelo comenzó su nueva vida, una reducida a tener signos vitales.
Durante los cuatro meses de intensas protestas registradas en Venezuela entre abril y julio de 2017, se produjeron 157 muertes y más de 5 mil detenciones. Son las cifras más mentadas. Pero hay otra muy numerosa: los heridos. De esas víctimas se sabe poco, un año después de haberse iniciado aquel episodio.
Daniel es una de esas víctimas. Tenía 26 años cuando recibió el tiro, y trabajaba como supervisor de recaudación de una empresa del Estado de transporte público, el TroleBus Mérida. Su hermana, Diana Infante, recuerda que los bomberos llegaron en menos de 10 minutos e inmediatamente el joven fue trasladado al Hospital Universitario de Mérida, donde estuvo desde abril hasta septiembre hospitalizado.
“Apenas lo vi tirado en el piso, con el tiro en la cabeza, lo toqué y sentí que aún estaba caliente. No le revisé los signos vitales, pero algo me decía que estaba vivo. Decidí dejar a mi mamá cuidando a mis hijas y me fui con mi esposo al hospital. Estando allí un bombero me dijo que no me saliera del área de la Emergencia porque si se enteraban que Daniel era opositor lo iban a dejar morir porque esa era la orden. Así que me quedé hasta que lo atendieran”, relata.
En el quirófano, los especialistas removieron toda la parte derecha del cráneo y decidieron dejar la bala en el organismo “porque causaba más daño removerla que dejarla”, informa Diana.
Desde entonces, el muchacho vive acostado en una cama, sin poder moverse, sin respuesta a ningún estímulo, y consumiendo entre 9 y 11 pañales diarios, ingiriendo solo líquidos y pegado a un gastroestómo.
La hermana, quien también debe ocuparse de su hogar, su esposo, sus hijas y su madre, ha asumido los cuidados de Daniel. La tarea es harto complicada, alimentada además por la realidad de no poder conseguir los medicamentos, alimentos, pañales y centros de cama que requiere el paciente, y la frustración de no poder cubrir las terapias que necesita su hermano para avanzar en su recuperación.
En promedio, requieren de 60 paquetes de pañales al mes. También, ampollas de bótox recetadas para intentar relajar los músculos y lograr que estire sus extremidades, pero cada una cuesta 380 dólares. La dieta líquida se fundamenta en productos como Pediasure o Ensure, siempre importados por lo que sus precios, cuando se consiguen, están dolarizados. Además necesita ingerir de por vida ácido valpróico –un anticonvulsivo–, pregabalina, ácido fólico, vitamina c, complejo b y clonazepam para dormir en las noches.
“Las terapias que le mandaron son de seis horas diarias, pero solo le podemos pagar tres. Mi mamá está 100% dedicada a él porque cuando Daniel no la ve le entra en crisis de llanto. Lo que quiere decir que al menos está consciente”, desliza Diana. Un año después del suceso, la mujer muestra cicatrices emocionales. Habla de cómo les cambió la vida y rompe en llanto diciendo que extraña a su hermano. “Lo quiero tener de vuelta”, dice.
Entretanto, no tiran la toalla. Por eso la familia creó una campaña para recolectar dólares llamada “Salva Mi Vida”. Con ese crowdfunding aspiran levantar un dinero suficiente para sacar a Daniel de Venezuela y lograr que sea sea atendido en un centro de rehabilitación en otro país. La meta son 80 mil dólares, de los cuales llevan 1.630, el dos por ciento de la meta. Y siguen pidiendo ayudas. No solo en dinero, sino en insumos.
Entretanto, Diana se queja de los médicos que han atendido a su hermano. Sostiene que ninguno le ha dicho con exactitud qué tiene ni su pronóstico. “Lo único que sabemos es que hay un daño cerebral porque no habla, no se mueve ni se comunica de ningún modo. Cuando le preguntamos si le duele algo no nos responde. Pero antes sí lo hacía, al menos por señas, pero después de que convulsionó una vez no lo volvió a hacer más”, asegura.
De los responsables por este hecho ya Diana ni se preocupa. Afirma que en una oportunidad el Cicpc llegó a su casa y acusaron a un joven también opositor que vivía en el edificio de haber sido el responsable del hecho. Pero esa versión no tiene credibilidad para la familia Infante, pues insisten en que quienes estaban armados “eran los Tupamaros”. El vecino señalado como presunto responsable por las autoridades decidió irse del país, y Diana perdió contacto con él.
La otra batalla que esta joven quiere emprender es denunciar internacionalmente lo que le ocurrió a su hermano. El tiro que le cambió la vida, la falta de justicia, la inacción por parte del Estado al no garantizarle sus medicinas, rehabilitación e insumos para su recuperación es parte de la larga lista de violaciones a los derechos humanos que esta familia venezolana ha sufrido.
“El mundo tiene que saber que durante la represión no solo se registraron muertos, presos políticos y torturados, sino también heridos”, dice. Heridos de guerra los llaman otros.
Insumos que necesita:
– Pañales Adulto (no importa la talla)
– Centros de Cama
– Acido Valproico
– Pregabalina
– Clonazepm
– Vitaminas C, Complejo B, Ácido fólico
– Toallitas húmedas, Alcohol
– Fórmulas Poliméricas
Donaciones en dólares
* Go Fund Me: https://www.gofundme.com/3hecr-salva-mi-vida
* Transferencias en bolívares:
Diana Infante C.I: 16.934.032
[email protected]
– Bco de Venezuela Corriente
01020744470000043478
– Bco Mercantil Ahorro
01050065650065672151