TalCual: opinión libre y respeto al contrario
Han sido 18 años de apertura informativa, pero también en los espacios de opinión. Cuando TalCual se publicaba impreso, sus páginas albergaron las posturas de quienes militaban “en el proceso”. Luego, cuando la hegemonía apretó, muchos prefirieron no estar para evitar mancharse con el mango verde de Miraflores
Autor: Víctor Amaya | @victoramaya
El estilo “talcualero” que ha exhibido este periódico desde su fundación hace 18 años no solo se circunscribe a sus espacios informativos o editoriales. Las páginas de opinión del diario y posterior semanario, ahora reinventado en plataforma digital, han llevado una sola marca: la absoluta libertad.
En TalCual, una casa periodística que Teodoro Petkoff ideó hace casi dos décadas, no se repetirían viejas prácticas ni vicios, tampoco habría censura. Una vida entera denunciando desde la izquierda las perversiones del poder condujo a las decisiones que el director del periódico tomó: este medio es plural y libre, porque apoya la pluralidad y la libertad democrática.
Y hay que tomar en cuenta que el diario nació vespertino en tiempos en los que comenzaba a configurarse la polarización que ha signado al país por las últimas casi dos décadas. Además, con la guía de quien asumió el periodismo no solo como una plataforma de información sino también de influencia en la sociedad venezolana.
Nadie puede decir que desconocía de dónde venía Teodoro. Tampoco, que la idea de TalCual surgió cuando desde Miraflores mandaron a botarlo de la dirección del diario El Mundo que producía la Cadena Capriles. Mucho menos que se trataba de la misma persona que había dicho “los espero en la bajadita” cuando marcó distancia del partido que fundó, el MAS, por negarse a apoyar a un militar golpista a la Presidencia de la República. Teodoro no era dócil, y tampoco lo sería con su propio periódico, que convirtió en una palestra progresista, con interés en las libertades, en los derechos humanos, en los dramas sociales y en hacer responsable al Estado y al poder de sus labores no acometidas.
Esa franqueza genera respeto. Y el respeto, que era en ambas direcciones, pluralidad. Por eso en las páginas de TalCual participaron personas allegadas a Hugo Chávez, antes de que la sombra de la exclusión y el totalitarismo se posaran sobre las decisiones individuales. Y esto, desde el día 1.
No olvidemos que fue el periodista Eleazar Díaz Rangel quien bautizó el proyecto. Él puso el nombre, TalCual. Ya entonces “Lulo” –como le decían en tiempos de la izquierda guerrillera– apoyaba “el proceso”, pero se mostraba como defensor de la libertad de prensa. Fue de los primeros columnistas fijos del impreso, a la que renunció cuando lo promovieron a director de Últimas Noticias.
Entonces, la amistad no pesaba más que los principios. En 2003, cuando entrevistó a Fidel Castro, Teodoro le dedicó no uno sino dos escritos sobre la pobre conversación que condujo con el dictador cubano. “Haber tenido esa oportunidad y desperdiciarla inquiriendo de este el color del caballo blanco de Bolívar es imperdonable en un veterano como Díaz Rangel. No creo necesario hacerle una lista de los temas posibles para esa entrevista. Lulo los conoce demasiado bien. ¿Qué le pasó? ¿Autocensura?” Cuando a Petkoff le otorgaron el Premio Ortega y Gasset en 2015, Últimas Noticias no publicó una letra.
Por las páginas de TalCual también pasó el hoy ministro de Información, Jorge Rodríguez. El exalcalde de Caracas no podría hoy desmentir su amistad con Petkoff, desde muchacho además. En el diario firmaba columnas de interés cultural y, cuando la revolución comenzó a hincar la idea de la hegemonía, sus escritos comenzaron a estar dedicados a la política cultural revolucionaria.
Tampoco pudiera negar que por entonces también pasaba horas en la oficina del director, y también lo buscaba por teléfono para pedirle consejos. Hasta que un día Teodoro le contestó diáfano: “ah no, ¿ustedes no querían gobernar? Ahora gobiernen”. Más nunca hubo consejos –que igual quizá eran desoídos.
También el exdiputado Alejandro Armas, quien apoyó a Chávez hasta que marcó tienda aparte con su grupo Solidaridad, fue columnista en este periódico; como Rodrigo Cabezas, quien ocasionalmente dejaba su pluma correr bajo la marca TalCual.
Lo propio hacía Rafael Simón Jiménez, cuando también se sumaba a las filas revolucionarias, y, por supuesto, el exministro Carlos Genatios, un hombre que sirvió a la administración de Hugo Chávez. Años más tarde, Diosdado Cabello se antojó de demandar al periódico por haber publicado una columna de opinión donde Genatios afirmaba que el vicepresidente del PSUV había dicho: “si no les gusta la inseguridad, váyanse”.
Ese artículo, titulado Patria, Socialismo y Muerte, se publicó el 17 de enero de 2014. Es cierto que Cabello no dijo la frase así, con esas siete palabras, pero el desliz fue, primero, de VTV. De hecho, el 18 de enero, el periódico publicó una fotografía que correspondía a la captura de un video transmitido el 8 de octubre de 2012 en el canal del Estado donde el generador de caracteres mostró la frase de marras. Pero contra VTV no hubo demanda.
En 2014, Sebastián de la Nuez publicó en HableConmigo.com sobre su paso por este medio, que “todos en el periódico sabían que contaban con total libertad para hacer y deshacer”. Y agregó: “Eran 32 páginas gordas de información y opinión, tan eclécticas que estaba por una parte el legendario Ramón Darío Castillo con sus sociales y, por otra, Oswaldo Barreto, reliquia de la izquierda más izquierdosa de los sesenta”.
Y allí se cuela una palabra importante: ecléctica. Que la oferta de contenido de un medio sea tan variopinta no hace sino sumar. El pluralismo en la opinión, como en el periodismo, ha sido pilar de TalCual. De hecho, por esta redacción ha pasado un buen número de periodistas con el corazón rojo, como aquella compañera que luego se convirtió en la voz de la campaña de Nicolás Maduro en 2013. Esa columna vertebral, de respeto y de diversidad sigue presente, aunque muchos hayan decidido “no rayarse con la revolución” manteniendo distancia de las páginas, impresas o digitales, de este periódico. Después de todo, a la autocracia tanta libertad no le gusta.