La diáspora venezolana es alimentada por la estabilidad política del chavismo
Los puestos de control fronterizo en Colombia y Brasil registraron un incremento de inmigrantes en el marco de las elecciones presidenciales, lo que habla del creciente número de venezolanos que huyen del país impulsados por el temor de otros seis años de gobierno madurista
Las elecciones presidenciales del 20 de mayo representaban para muchos venezolanos una última esperanza para generar un cambio de gobierno y no verse en la obligación de salir del país. No obstante, ante la reelección de Nicolás Maduro para el período presidencial 2019-2025, que lo mantendría en el poder durante 7 años más, esta ilusión se desvaneció.
Debido a las dificultades para tener acceso a medicinas, alimentos, transporte, seguridad y otras necesidades básicas, la alternativa de muchos es emigrar a un lugar en el que puedan tener mejorar su calidad de vida.
El éxodo venezolano se acentúa cada vez con mayor fuerza. Los números que manejan algunos de los organismos encargados de medir este fenómeno no asoman posibilidades de que estas cifras disminuyan, sino por el contrario, se espera que incrementen para el cierre del 2018.
Desde la Comisión Permanente de la Familia en la Asamblea Nacional (AN), se creó el Registro Internacional de Venezolanos en el Exterior (Rive), para medir el impacto que ha creado la diáspora en las familias venezolanas. La presidenta de esta comisión, la diputada Mariela Magallanes, indica que a través de ese instrumentó detectaron que cuatro de cada 10 venezolanos tenían intenciones de irse el año pasado, un promedio que seguramente se ha modificado en el transcurso de 2018.
Para este año podría haber un incremento importante de la diáspora, principalmente porque existe una importante incertidumbre económica que no va a corregirse hasta que no haya un cambio de gobierno”
Claudia Vargas, socióloga especializada en el área de la migración, refuerza este razonamiento. «Incluso desde antes de las elecciones se podían ver los terminales repletos y personas buscando pasajes, sin importar las condiciones en las que se marcharan, querían hacerlo antes del 20 de mayo», acota.
A juicio de Vargas, aún con la derrota de Maduro, el flujo migratorio se habría incrementado, ya que el nuevo mandatario habría tomado posesión en 2019.
Por su parte, el presidente de la comisión de Asuntos Consulares y Migratorios de la AN, José Gregorio Correa, respalda la afirmación de que el éxodo crecerá tras la reelección de Maduro.
«Es algo que ya se está detectando, incrementa la diáspora incluso para la tercera edad o quienes están cercanos a ella, las personas mayores están tomando autobuses para Perú, Argentina o Chile», afirma.
Según Correa, cada 40 minutos entra un venezolano a Argentina con intención de quedarse a vivir. «Están huyendo por motivos económicos. Los venezolanos que abandonan el país no salen por política», añade.
Los números de la diáspora
Como el gobierno no posee estadísticas ni un registro de los venezolanos que abandonan el país, distintos estudios de diversa credibilidad han publicado resultados con números que asoman incluso los cuatro millones de emigrantes venezolanos.
Uno de los estudios más respetables fue desarrollado de manera conjunta por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB), es la Encuesta Nacional De Condiciones de Vida (Encovi) sobre la emigración. Las estimaciones de esta investigación calculan que, entre 2012 y 2017 al menos 815 mil personas habrían abandonado el país.
La diputada Magallanes manifiesta su preocupación por la escasez de estadísticas serias controladas por el gobierno. Expone que los números son un mecanismo para detectar la realidad que padecen las familias venezolanas y canalizar soluciones. Sin embargo, desestima la capacidad del Ejecutivo Nacional para tomar los correctivos necesarios.
Por otra parte, los números que manejan países que suelen recibir venezolanos, como Perú, Ecuador, Colombia o Brasil, suelen tener una mayor precisión y registran cantidades importantes de ingresos provenientes de Venezuela.
Colombia, país por el que pasan la mayoría de los emigrantes ya sea para residir o de camino hacia otros destinos, registró durante 2017 el ingreso de 796.012 venezolanos.
El crecimiento de las emigraciones en Venezuela parece guardar una estrecha relación con los procesos electorales.
Según el ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, en el primer semestre del año pasado, 263.331 venezolanos cruzaron la frontera, cifra que contrasta con el segundo semestre de 2017, lapso en el que 532.681 se dirigieron a ese destino. Este repunte estadístico coincide con el mes en el que el gobierno impuso la Asamblea Constituyente.
Perú evidencia un caso similar. De acuerdo con la Superintendencia Nacional de Migraciones, durante 2017 recibieron a 223.165 emigrantes provenientes de Venezuela. Este año, en apenas cuatro meses, 248.775 venezolanos ingresaron al país de los incas.
¿Quedarse, irse o devolverse?
El ambiente electoral de mayo produjo diversas matrices de opinión en torno a la migración. Así lo evidencian varios venezolanos que se vieron en la obligación de tomar decisiones importantes, ya sea a la hora de salir de Venezuela o, para quienes se encuentran en el extranjero, regresar.
Orman Infante es un venezolano en el extranjero que veía la posibilidad de regresar a Venezuela si ocurría un cambio de gobierno tras las elecciones, con la esperanza de que la situación mejorase. Desde diciembre del 2015 ha recorrido varias ciudades en Colombia, Ecuador y Perú en busca de una mejor calidad de vida.
Yo tenía planes de regresarme, no inmediatamente pero sí después de un año. A pesar de las irregularidades en la elección, uno siempre guarda su esperanza. Pero ahora que ganó Maduro es todo lo contrario, más bien intentaré sacar a mi familia de Venezuela”
Infante, de 22 años, se gana la vida con trabajos informales en Lima. Asegura nunca haber trabajado formalmente en el exterior porque “el dinero no alcanza” y las jornadas laborales son extenuantes.
Durante sus experiencias previas en Bogotá, Cali, Quito y Guayaquil, fue víctima de la xenofobia, generada por el exceso de venezolanos en esas regiones.
“Cuando llegué a Bogotá en 2015 todo iba bien y la receptividad de la gente fue muy buena, pero después de seis meses empezaron a llegar muchos venezolanos y poco a poco nos rechazaban cada vez más”, relata.
Su paso por Quito tuvo características similares, a tal punto que se vio en la necesidad de dirigirse a Guayaquil tras apenas tres días de haber llegado. Actualmente se encuentra en Lima, donde se quedará para atender el embarazo de su esposa.
A su juicio, en Perú son muy abiertos y cálidos con los extranjeros, sin embargo, progresivamente crece la xenofobia, también por la masiva cantidad de venezolanos que recibe su país.
En la otra cara de la moneda se encuentran quienes, ante la desesperada situación, deciden dejar sus hogares y buscar un destino más allá de las fronteras venezolanas. Este es el caso de Alejandro Martínez, quien optó por marcharse a Portugal en los primeros días de junio indistintamente del resultado de las elecciones.
«El cambio no sería inmediato, aún con un nuevo gobierno. No tiene sentido quedarme aquí y seguir esperando algo mejor», comenta.
El principal factor que condicionó la salida de Martínez fue la inseguridad. Cuenta que en los últimos años, sus familiares han sido víctimas de la delincuencia. Asaltos, amenazas y secuestros han sido una constante en su entorno cercano.
El año pasado secuestraron a mi madrastra y le robaron el carro, esa fue la gota que derramó el vaso. No hubo más nada qué pensar y tomé la decisión de irme para buscar estabilidad y paz»
Con su salida a Portugal, Martínez pondrá en riesgo su carrera como periodista al no estar seguro si podrá ejercer en el viejo continente. «No tengo problema alguno en sacrificar mi carrera profesional para ayudar a mi familia», asegura.
Sobre la posibilidad de regresar a su país en un futuro, manifiesta que lo pensaría solo en caso de que no tenga éxito en Portugal y la situación en Venezuela ofrezca garantías para su estabilidad. «De resto no regresaría, sería más de lo mismo», recalca.
Una mano amiga en el exterior
Las migraciones masivas son fenómenos con los que no es fácil lidiar. Los países receptores de esta oleada de extranjeros deben dedicar una parte de su presupuesto para que el incremento sustancial de su población no genere consecuencias graves.
En el caso del proceso venezolano, diversos países en la región latinoamericana han mostrado una postura solidaria y presta a aceptar inmigrantes. La diputada Magallanes enfatiza que estos acuerdos se consiguen gracias a los esfuerzos de organizaciones que solicitan estas facilidades ante la comunidad internacional.
En este sentido, los diputados de la Asamblea Nacional habrían tenido un rol protagónico al gestionar peticiones para que otros países reduzcan sus exigencias burocráticas al momento de aceptar venezolanos en sus territorios.
Algunos de los países con mayores inmigrantes venezolanos han evaluado mecanismos alternativos que permitan la permanencia de esta población con una estabilidad mayor”, enfatiza Magallanes
Colombia y Brasil, ante el incremento del flujo fronterizo, han tenido que multiplicar sus esfuerzos en las zonas limítrofes con Venezuela.
En el marco de las elecciones del 20 de mayo, Brasil desplegó 80 policías federales en la frontera para agilizar el ingreso de venezolanos por Roraima, territorio que atraviesa una emergencia social y recibe ayuda especial del gobierno federal brasilero para lidiar con el flujo migratorio. Autoridades de este país revelaron que al menos 10.079 venezolanos han tramitado su regularización desde inicios de abril.
Sin embargo, a pesar de contar con la colaboración de otros Estados, los extranjeros tienen dificultades para estabilizarse afuera por la mala administración de Venezuela en cuanto a la atención consular.
El diputado Correa denuncia que los venezolanos no pueden tramitar sus documentos afuera. A pesar de que el acta de nacimiento, el pasaporte y la cédula de identidad sean derechos esenciales, los consulados argumentan no poseer materiales para expedirlos.
«Cada día hay más ciudadanos que no poseen los documentos de su propio país, es una situación que se agrava porque la diáspora aumenta», explica.
Esta realidad, sumada al exceso de venezolanos que compiten por las oportunidades laborales en el extranjero, limitan las posibilidades de encontrar las condiciones de vida mínimas necesarias. Los problemas psicológicos y de desnutrición que sufre esta población, son estudiados por la Comisión de Asuntos Consulares y Migratorios de la AN, mientras que la Comisión de Familia elabora otra investigación sobre los casos de suicidio.
Mientras, el éxodo continúa ante el inexorable deterioro de las condiciones de vida en un país que mientras observa impasible cómo el partido gobernante pinta de rojo todas las instancias de poder pese a su evidente caída de popularidad, al tiempo que ve caer de manera alarmante el principal motor de su economía: la producción petrolera, con lo cual las posibilidades de una mejora en la economía lucen lejanas.