¿Impunidad o miopía política?, por Américo Martín
Twitter: @AmericoMartin
Promete el doctor Escarrá que en la Constitución no habrá “cacería de brujas”. Confiesa así ser co-autor del texto por aprobarse, lo que anticipa un estilo alambicado, cimentado –supongo- en argumentos que enloquecerán a sus alumnos de Derecho Público.
No hay en las 26 Constituciones que hemos tenido, algo como lo que el doctor Escarrá dice que desterrará. Al presidente Monagas se atribuyó erróneamente haber dicho que la Constitución es un librito amarillo nacida para ser violada. De color amarillo se vistió todo pero no con Monagas sino desde Guzmán Blanco hasta Ignacio Andrade, último liberal amarillo, desterrado por la Restauración Liberal de Cipriano Castro. Ahora todo se pinta de rojo, quizá hasta que su último adalid tome el derrotero de Andrade.
Para ser violada se dictó la de 1999, y de allí nace llamar falaces a los gobiernos socialistas-siglo-XXI. Pero es de presumir que algo más diabólico incluirá la que se gesta: ¿Qué hacer para impedirlo? El dilema no es voto o rechazo adornado de alegaciones principistas destinadas al olvido. Hay que diseñar políticas serenas y bien meditadas. En eso están muchos.
Por miedo a la Justicia el oficialismo pretende perpetuarse. El fraude depende de la fuerza relativa que en el momento preciso conserve cada quien. Sí finalmente la trampa funcionara, dado el duro aislamiento que a duras penas soportan, quizá esa malévola Constitución salga más averiada que la insostenible ANC, nunca sometida a referendum ni con el actual CNE. Le temen a la opinión más de lo que admiten.
El peso de la opinión vuelve a la carga con la deserción de la jueza militar, agredida hasta el absurdo por quienes no reflexionan sobre el significado de su ruptura. Se había visto ya en el Aula Magna, cuando opositores inteligentes hicieron oír la voz de Alí Primera en correcto intento de atraer hacia la unidad nacional el intenso malestar reinante en la entraña del régimen. Cierto radicalismo reaccionó maltratando a Primera con odio inaudito.
– Admito mis errores, dirá infructuosamente Miraflores a sus osados críticos, pero si me abandonan encontrarán puños y no manos abiertas.
El Estado de Derecho se cimenta en la Justicia, no en la Venganza. Y la Justicia no tolera la impunidad pero tampoco que el odio y la venganza la sustituyan. Si eso no se cumple, digámosle adiós a la democracia y resignémonos al círculo vicioso de dictaduras sucediéndose unas a otras. La suprema justicia exige el salto de la dictadura a la democracia. Y ese cambio fundamental pide sabia conducción, más que retórica encendida. Hablar como colectivos, puede transmutarlos, sin quererlo, en colectivos. Puesto que en el oficialismo tienden a desasirse, no es tiempo de agredir a las primeras sino de alentar a intensificar el pluralismo y fuerza de cambio.
Los perseguidos, torturados, deudos y hundidos en el infierno del hambre preferirán un liderazgo firme, inteligente, capaz de lograr la más amplia unidad nacional en busca de logros que la gente vea, en lugar de perderse en sonoridades inocuas.
¿”Impunidad” o Miopía Política? That´s the question.