El día que el Metro de Caracas cruzó la raya amarilla, por Ariadna García
El sábado 15 de diciembre en la estación Los Símbolos, el Metro de Caracas cruzó la raya amarilla con todos los usuarios que allí esperaban los trenes.
Había retraso. Eran más de las dos de la tarde. Se escucha por el parlante el acostumbrado llamado de atención: «se le agradece a los señores usuarios no cruzar la raya amarilla, recuerde que es el límite de su seguridad». Sin embargo, la segunda frase venía con una desagradable sorpresa: «los chismosos que están cruzando la raya amarilla, abstenerse de hacerlo«.
La gente se timbró. Una joven que esperaba con dirección Plaza Venezuela se quejó y dijo que en otra oportunidad escuchó un comentario igual de despectivo que ese, desde el sistema de transporte.
El Metro se caracteriza por sus estrictas normas. Pese a que en la actualidad también sufre los embates de la crisis, es una institución que todavía le recuerda las reglas a los pasajeros. Reglas que cada día se rompen más y se recuerdan menos.
Como ciudadana me pareció humillante aquel trato e imperdonable dejarlo pasar. Al regresar me acerqué al punto de información, donde se venden los tickets de viaje. Una muchacha atendía, mientras su compañero veía las cámaras de seguridad
«Buenas tardes, vengo a poner una queja», dije. Seguí: «esta tarde un operador, tenía voz de hombre, llamó ‘chismosos’ a unos usuarios que cruzaban la raya amarilla. Creo que uno puede entender que el Metro tenga retraso, que esté sucio, el deterioro, pero la falta de respeto no. El usuario no puede ser tratado de esa forma. Ustedes deben llamar la atención y no permitir esto». La operadora aceptó mi observación, solo dio las gracias. Agregué que haría pública la queja.
En Venezuela la violencia se normalizó. Gritar la clave de la tarjeta de débito también. El chanchullo, la triquiñuela, la falta de respeto. La agresión. Pareciera que todo lo malo de un sociedad en este país se vuelve risible. Se deja pasar. Cruzar la raya amarilla de aquí y de allá es la norma.
Como ciudadanos debemos condenar que se nos dé ese trato. Debemos recordarle al Metro de Caracas y a sus operadores que se mantengan detrás de la raya amarilla. Del lado de lo correcto, de lo respetuoso, de lo decente. De lo bueno
«Lo grande emana de lo grande», dice una tía siempre, según ella la frase es de Maquiavelo, como no tengo internet, les debo la búsqueda para confirmar si ciertamente él es el autor. Lo que quiero decir es que cuando la barbarie emana de «lo grande» (el Estado), le toca a sus pequeños pero gigantes ciudadanos hacer lo propio. Que lo grande emane de nosotros.