Partidos políticos se reorganizan para evitar secarse por la migración de militantes
Exilio de dirigentes, migración forzosa de la base militantes. Las organizaciones políticas manejan la diáspora con estrategias comunes para garantizarse un espacio en la lucha por el cambio y la transición
Al menos tres millones de venezolanos han migrado desde 2014, según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas. De esta realidad no escapan los partidos políticos. En los últimos años, cuando más se ha acentuado la diáspora, estas organizaciones se han visto en la necesidad de aplicar una constante reorganización de sus estructuras nacionales, estatales, municipales y parroquiales para no perder los espacios conquistados y seguir en la promoción de un cambio de Gobierno.
Los partidos políticos, grandes o pequeños, han debido enfrentarse a un gobierno que se empeña en eliminar la competencia electoral, con inhabilitaciones, persecuciones, liderazgos suprimidos a través del encierro o el exilio. Según datos del Observatorio Electoral Venezolano, el sistema político del país perdió hasta 88,6% de sus partidos entre 2010 y 2018, debido a las inhabilitaciones por vía judicial.
A finales de 2010, existían 325 partidos nacionales y regionales en el país. La cifra se redujo en las elecciones parlamentarias de 2015 a 96 organizaciones que estuvieron habilitadas para participar en esos comicios. Para diciembre de 2018, tan solo 37 partidos estuvieron validados por el poder Electoral para participar en los comicios municipales.
Las inhabilitaciones políticas a dirigentes, el encarcelamiento de muchos de ellos y la persecución que ha llevado al exilio también han mermado las filas de los partidos opositores.
Como ejemplo, en tan solo cuatro años el partido Voluntad Popular vio la encarcelación de su líder y fundador Leopoldo López, el autoexilio de dos de sus dirigentes nacionales (Carlos Vecchio, David Smolansky) y la persecución judicial contra Freddy Guevara, quien fungiera como coordinador nacional encargado desde la salida de Vecchio del país.
Situación similar corre el partido Primero Justicia: su líder Henrique Capriles está inhabilitado para ejercer cualquier cargo público, dos de sus principales figuras (Tomás Guanipa y Julio Borges) se encuentra fuera del país, mientras que varios de sus dirigentes han sido perseguidos, como Juan Pablo Guanipa y José Manuel Olivares –también en el exilio-, o están detenidos por razones políticas, como el caso del diputado Juan Requesens.
Organizarse es clave
Los partidos políticos se basan en el capital humano que, al migrar, deja puestos de mando vulnerables y disminuye sensiblemente las actividades donde está comprometida la militancia «llana».
Edinson Ferrer, secretario de la Asamblea Nacional y secretario nacional de organización de Primero Justicia, apunta que un partido político “es una sociedad pequeña, un país pequeño, la institucionalidad que se va conformado en todo el país, por tanto, siempre hay muchas semejanzas entre lo que ocurre en el país grande y organizaciones políticas o fundaciones”.
Alega que han sufrido por la migración, pues básicamente, casi el 100% de la base militante de PJ ha manifestado que el principal motivo para abandonar el país corresponde a necesidades económicas que no pueden solventar en Venezuela. “Siempre nos han manifestado, en una conversación muy humana, que no pueden mantenerse en el país y tampoco a sus familias”.
A pesar de ello, el también exconcejal destaca que su partido no se basa en individualidades. “Al irse algún militante no quiere decir que hemos quedado ‘minusválidos’ en algún sitio. Siempre que alguien se ha ido, ha tenido la franqueza de llamarnos y dejar su relevo. Así como todos los días escuchamos de alguien que se van del país, todos los días escuchamos de alguien que nos dice que puede asumir esa responsabilidad”.
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En los municipios capitales de estado hay mucho movimiento migratorio, destaca Ferrer, según el monitoreo constante que han tenido con los militantes. A principios de 2018, el partido aurinegro contaba con más de 900 mil personas entre simpatizantes y militantes.
Sobre esto, Ferrer menciona que en cargos de elección, es decir, personas que tienen una responsabilidad definida a cualquier nivel son 70 mil personas. También cita que han tenido un ingreso significativo de jóvenes universitarios: “Eso nos ha permitido mantenernos en el tiempo (…) Nosotros simplemente no somos un partido para activar, sino para formar a esos militantes. Que entienda porqué estamos acá y que en conjunto con toda la sociedad venezolana podamos crear las condiciones para que en Venezuela exista una verdadera democracia”.
Ángelo Palmeri, abogado y secretario nacional de organización de Un Nuevo Tiempo, afirma que han sido afectados en una buena medida por la diáspora venezolana, aunque considera que lo más grave de esta situación es que se refleja en las estructuras productivas del Estado, “e incluso, la migración más grave la han sufrido los entes gubernamentales, como educadores, trabajadores petroleros, los jóvenes”.
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UNT tiene estructura en los 24 estados del país, y con al menos 400 mil militantes distribuidos en el 65% de los municipios. Su organización no depende de una o dos personas, explica Palmeri. “Son estructuras complejas de al menos 20 personas, que componen las juntas directivas”. Reconoce que entre cuatro y seis personas han dejado las juntas directivas en algunos estados debido a la migración, “pero la estructura central del partido se mantiene, y además estamos en constante renovación”.
Por ello, realizan un proceso de chequeo interno ubicando la militancia para refrescar su base de datos. Palmeri especula que si la diáspora ha afectado al 30% de la población, posiblemente en la organización tengan un registro parecido.
Edgar Zambrano, diputado y vicepresidente de Acción Democrática, coincide en que la migración ha afectado a todas las instituciones. “Esta no es una migración selectiva, sino colectiva. Es una migración forzosa por culpa de un Estado que niega condiciones de vida a la familia venezolana”.
El parlamentario adeco, con más de 20 años de trayectoria, señala que las organizaciones políticas en su totalidad ven una merma en sus activos, sobretodo los juveniles, “que son el elemento de mayor resolución para buscar mejores condiciones, estabilidad laboral e ingresos económicos que les permitan a sus familias en Venezuela sobrevivir. Eso sin duda constituye un drama para todos los partidos”.
En AD van trabajando de acuerdo al día, refiere el también vicepresidente del parlamento. “Si hay algún dirigente de los cuadros juveniles, universitarios, sindicales o cualquiera de las secretarias administrativas, que pide permiso es sustituido por su segundo o simplemente se congelan estas decisiones porque tampoco podemos castigar a los que buscan mejores condiciones”.
Mientras, el diputado y dirigente de Voluntad Popular Francisco Sucre también señala que son afectados por la migración de jóvenes. “Nosotros tenemos el caso más visible con Ana Karina García, coordinadora juvenil del partido, quien tuvo que salir por la persecución”. Sucre puntualiza que el partido naranja tiene una estructura nacional y diversas estructuras regionales a cargo de secretarios. Además existen las redes populares de VP, conformadas a nivel municipal y parroquial.
En los equipos directivos estadales, municipales y parroquiales contabilizan alrededor de tres mil personas, en equipos electorales alrededor de 14 mil ciudadanos; redes populares más de 21 mil; y movimientos, que incluyen alianzas con sindicatos, alrededor de ocho mil.
El parlamentario define que son alrededor de 50 mil personas –que no incluyen a la militancia- en puestos de mando. Además, están trabajando en una nueva estructura organizativa “para llevar eso a 300 mil personas desde nivel directivo nacional hasta la última red en cada una de las parroquias”.
¿Qué pasa con los que se van?
Guillermo Aveledo Coll señala que la política en Venezuela tiene dos problemas esenciales: no es una carrera segura en términos físicos o económicos, por lo que el riesgo de ejercerla aumenta. Además, existe una desesperanza democrática grande o de triunfo en los partidos, eso disminuye las posibilidades de participar, especialmente en los cuadros más jóvenes.
Si a ello se le suma que la población joven sufre constantemente para mantenerse dentro del país, las cifras de participación política disminuyen. El decano de la Unimet menciona que “aquí se ve disminuida la posibilidad de reclutamiento, crecimiento y vemos a los partidos con una población que va envejeciendo, y no existe una renovación de cuadros como se quisiera”.
Además, existe la posibilidad de que los partidos no tengan una propia capacidad de renovación, lo que limita el papel de los jóvenes en esas organizaciones al sentir que tienen un techo.
Pese a todo eso, el politólogo precisa que en los cuadros medios y jóvenes, como ya tienen el germen de vocación al servicio público y política, se ha dado una migración –apartando los exiliados- que busca oportunidades de mejora intelectual y económica para regresar. “Todavía no se puede medir su influencia, pero el ánimo de muchos jóvenes está dentro de ese apartado, lo cual es esperanzador”.
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Activos desde la distancia
Enfrentarse a un nuevo país puede ser aterrador para cualquiera. Pero crear nuevas redes de organización para ayudar a los nuevos migrantes, mantener la estabilidad laboral en un nuevo destino y realizar activismo político son algunas de las tareas que han asumido venezolanos desde el exterior.
En este apartado se encuentra el joven Rafael Tirado. Oriundo del estado Bolívar, donde fungía como parte de la estructura de mando juvenil de Voluntad Popular, se vio forzado a migrar debido a amenazas a su integridad física por su trabajo político desde 2014.
“Mira el caso de nuestro hermano Juan Requesens. No quería pasar por eso, que mi familia pasara por eso (…) Estuve en clandestinidad en varias oportunidades, luego tuve que brincar a Caracas y a otros estados para seguir haciendo el trabajo en aras de recuperar la democracia. Decidí salir por tierra, a pocos se les comentó mi salida hasta que ya estaba fuera del país”, menciona el activista.
En Argentina, Tirado ahora mantiene una red desde La Plata para proveer de asistencia legal, migratoria y humanitaria a los venezolanos que llegan al país austral arrastrados por la crisis venezolana.
Para ello, buscan puntos de encuentro en conjunto “para salir de la dictadura”, como denomina Tirado al gobierno de Maduro, seguir trabajando enfocados en quienes se encuentran en Venezuela e impulsar los mecanismos necesarios para garantizar un cambio democrático. “Aquí no estamos de vacaciones o turistas, aquí estamos para aprovechar los escenarios, aprender de estas cultura y gobiernos democráticos para regresar a Venezuela con capacidad e ímpetu para transformar al país”, sentencia.
El nacimiento internacional
Cada organización opositora apuesta en la actualidad por la creación de sus «sucursales» en el exterior. ¿Los más adelantados? Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo.
Según las cuentas de PJ, están distribuidos en 95 ciudades con coordinadores en cada ciudad donde la militancia se ha conformado. Edinson Ferrer explica que “pueden ser dos o tres personas junto a un equipo de trabajo, que se reúnen cada quince días en promedio (…) Igual cada vez que alguien llega a algún sitio donde no tememos militancia, nos avisan y lo conforman”.
Para finales de 2018 es cuando UNT termina de consolidar su proyecto internacional, con un aproximado de 800 personas dispersas en el mundo hasta octubre, refiere el abogado Palmeri. “El partido no ha mermado en cuanto a su estructura desde ese punto de vista, ha crecido porque los compañeros que están fuera poniendo su granito de arena”.
El secretario de organización de UNT menciona que la idea es que los equipos en el exterior ayuden a difundir y explicar los problemas de los venezolanos, a través de su propia vivencia, ante organizaciones de derechos humanos, parlamentos y diversas instancias. “La idea es que estén desarrollándose académicamente, trabajando, pero teniendo en cuenta que todo lo que hagan puede ser capitalizado a la hora de reconstruir el país”.
Voluntad Popular tiene una “diáspora muy activa, siempre pendiente en contribuir con la mejor Venezuela y buscar una salida hacia una transición. Aquí nadie se ha desvinculado de la lucha. Tenemos contacto permanente con nuestras estructuras y hacemos reuniones con medios tecnológicos”, detalla Francisco Sucre.
Al igual que el resto de organizaciones políticas, en AD han aprovechado esta ola migratoria para ampliar sus conexiones con el extranjero. El diputado Zambrano indica que “los compañeros se buscan para ayudarse, para intercambiar experiencias sobre el modo de vida en los países donde están, especialmente sobre el intercambio de información para regularizar su estancia en los países adonde van, ya sea en salud, educación o trabajo”.
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La apuesta Venezuela
Mientras la oposición venezolana define rutas, estrategias para lograr un cambio de gobierno y elabora planes de trabajo que serán utilizados en una transición, cada partido sigue apostando por el trabajo regional para aceitar su mensaje, desde las distintas visiones políticas.
Debido a la ausencia de sus principales líderes –encarcelados o exiliados-, en VP echan mano del Encuentro Nacional de Activistas, una instancia que se reúne los días lunes para promover acciones y tomar decisiones políticas que involucren a toda la dirigencia. El diputado Sucre expone que en VP no han visto afectado su activismo “en la misma proporción que la salida de nuestros militantes”, porque han reforzado las estructuras estadales y municipales. “A pesar de que los equipos juveniles conforman la columna vertebral del activismo, y muchos se han ido, nosotros estamos captando gente nueva”.
Edgar Zambrano explica que en AD hay más de un millón de militantes y que no han hecho un trabajo sobre migración a lo interno “porque creemos que los compañeros, y los compatriotas en general, volverán pronto a la patria”. Entretanto, Ángelo Palmeri detalla que en UNT “estamos reemplazando a los que se han ido, pero esta diáspora tampoco ha sido negativa porque los compañeros que se han ido, han creado estructuras en el exterior”.
Primero Justicia tiene estructuras en 301 (de 335) municipios del país, donde habita el 95% del Registro Electoral. Su secretario de organización menciona que solo falta completar algunos municipios de Amazonas y Delta Amacuro “por lo complejo de su geografía”. En cada uno de esos lugares, mantienen la misma organización estructural. “En los otros 34 municipios no es que no tenemos a nadie. Tenemos a una persona de contacto que es responsable de construir el partido en ese lugar. ¿Cómo se construye el partido? El responsable debe reunir personas por casas, parroquias y conformarlo”, refiere Edinson Ferrer.
Partidos, migración e historia
El exilio de dirigentes no es una figura nueva en Venezuela. Mucho menos la diáspora de la militancia, aunque no por las razones o con la magnitud que se realiza la migración actual.
Guillermo Aveledo Coll, politólogo y decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Metropolitana, afirma que antes de 1958 lo común entre la militancia política era el exilio o la persecución. “En los partidos modernos no se había presentado el fenómeno de la diáspora, pues la migración ha sido propia de esta etapa por la profunda crisis en el último decenio”.
Recuerda que el expresidente Eleazar López Contreras tenía un dicho: “tu no eras político en Venezuela si no habías sufrido cárcel o exilio”, pero concentrados en las dirigencias de viejos partidos tradicionales.
El exilio de la dirigencia política también se registró, aunque en menor escala, durante el periodo democrático en el cual se instauró la guerrilla, cuando muchos dirigentes de la izquierda tuvieron que escapar para eludir responsabilidades ante la justicia.
El politólogo puntualiza que el último fenómeno migratorio que afectó a los partidos fue durante la época de Independencia del país, cuando un porcentaje de la población huyó de la crisis. “Esto principalmente afectó a la población realista (venezolanos partidarios de la Corona española) que abandonaron el país por temas clasistas. Esto es totalmente distinto a lo actual, las personas abandonan el país porque la crisis te agobia existencialmente”.
El decano de la Unimet no descarta que los partidos pasen por un proceso de fortalecimiento institucional en el exterior, aunque deben considerar que desde fuera “no pueden competir por el poder. Eso merma la capacidad de un partido por completo, su lucha es aquí adentro”.
En esta línea, Aveledo Coll destaca que en la más reciente dictadura militar (1948-1958) hubo casos como el de Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba o los hermanos Machado -todos exiliados-, que preferían no dictar línea desde fuera porque los que estaban tomando el riesgo en el frente local eran otros. “También deben considerarse que los medios de comunicación eran otros”.
Para el politólogo, además, fortalecer un partido en el exterior más allá de su coordinación de estructuras, no tiene sentido político interno. “Fijándonos en el exilio iraquí o cubano, aunque organizaron partidos afuera, lobbies y cabildeos, no tienen capacidad de respuesta político ni estrechan sus lazos a lo interno”.