En Cinco Temas: Expectativas de cambio, por Fernando Luis Egaña
Debe reconocerse, con preocupación, que las expectativas de cambio están disminuyendo ostensiblemente. Y una de sus expresiones es la nueva desmovilización de amplios sectores sociales, que encontraron una esperanza de salida en los últimos meses. ¿Esa esperanza está sepultada? No lo creo, pero sí erosionada. Sobre todo, a partir del 30 de abril. No obstante, la severidad de la catástrofe humanitaria no amaina. En Caracas se siente con menos dramatismo que en el resto del país, porque éste ha sido sacrificado por la hegemonía roja a fin de mantener ciertas apariencias en la capital.
Lo que ello significa es que las razones para el descontento y el repudio que suscitan Maduro y los suyos, se mantienen y, más todavía, se acrecientan. Lo que nos presenta una situación paradójica y muy peligrosa, la de un régimen extremadamente impopular, pero sin alternativas que se hayan consolidado.
Menos de un millón
Los propios voceros del poder aceptan que la producción petrolera de Venezuela está por debajo de un millón de barriles diarios, y los reportes de la OPEP la sitúan en poco más de 700 mil. Otras informaciones de organismos especializados señalan una mayor caída en la producción. Entonces, en vez de estar produciendo (al menos) cinco millones de barriles, estamos por debajo del millón. ¿Quién es el responsable? ¿Trump y sus sanciones? ¿Guaidó y sus representantes? No, por supuesto que no. La debacle petrolera nacional, fenómeno propio del siglo XXI, es responsabilidad exclusiva de la hegemonía que ha despotizado y depredado a Venezuela en este siglo. No hay otra explicación valedera.
Toda la retórica del «Plan Siembra Petrolera», de la «Nueva Nacionalización del Petróleo», de la «Nueva Pdvsa», iba en la dirección de prometer grandes destinos para la Venezuela petrolera, y resulta que lo que consiguió es que Venezuela esté dejando de ser un país petrolero, a pesar de contar con cuantiosas reservas de hidrocarburos. Todo un crimen de lesa humanidad.
El fin de la Asamblea
El oficialismo se la tiene jurada a la Asamblea Nacional desde antes de su instalación en enero de 2016. Han hecho todo lo que han querido para anularla como poder capaz de algún contrapeso, pero a comienzos de este año, la Asamblea hizo lo que tenía que hacer desde hacía mucho tiempo, y su proyección nacional e internacional fue muy grande. La reacción de la hegemonía no se ha hecho esperar, y están persiguiendo, apresando y exiliando a los propios diputados opositores.
¿Estamos ante el fin de la Asamblea? Ojalá y la pregunta se transformara en otra: ¿estamos ante el fin de la hegemonía? La respuesta que me gustaría dar a la primera pregunta es no, y a la segunda, sí. Los eventos en marcha contestarán esas interrogantes.
Alfredo Pérez Rubalcaba
Si yo fuera ciudadano español, estoy seguro que me costaría mucho votar por el PSOE. Lo que no significa que sea incapaz de reconocer los méritos de algunas de sus figuras. Una de las más importantes, en mi opinión, fue Alfredo Pérez Rubalcaba, de la vieja guardia democrática del socialismo europeísta español, vicepresidente de gobierno, ministro del interior y quizás el artífice principal de la victoria de España sobre la ETA. Fue candidato a la presidencia del gobierno, cuando Rajoy fue reelecto. Hubiera contado con mi voto, si yo hubiera sido ciudadano y elector español.
Acaba de morir muy joven, a los 67 años de edad. Tenía mucho que dar por su país, pero las realidades políticas lo habían desplazado de las oportunidades efectivas de poder. Lamentable. Era un gusto verle razonar con una mente tan clara y con una expresión tan persuasiva. Y no era un político sectario, como tantos otros, sobre todo de las nuevas generaciones. He visto el homenaje nacional de los españoles a su persona. Un homenaje más que merecido.
Un gigante: Jean Vanier
Poco conocido en Venezuela, Jean Vanier es un símbolo de la solidaridad humana y, en particular, cristiana. Proveniente de una distinguida familia canadiense, su padre fue gobernador general del Canadá y embajador en París, Vanier dejó a un lado una promisoria carrera militar y probablemente política, para dedicar su vida a los discapacitados mentales, a través de la fundación de las casas «El Arca», que les ofrecen una vida digna a los más débiles entre los débiles. Fundó y mantuvo decenas de establecimientos en numerosos países, y además fue un autor prolífico en temas de valoración humana y espiritual.
Falleció de 90 años en París, confortado por un reconocimiento general y también por una llamada final del Papa Francisco, enterado que Vanier vivía sus últimos días. Fue un hombre de paz, de lucha incansable, de una generosidad ilimitada por los que no pueden valerse por sí mismos. Su vida fue un don y como tal donó su vida por los demás. Por los que necesitan de apoyo para lograr sobrevivir.
Sí, un gigante fue Jean Vanier. Esperemos que su obra se aprecie más y se emule bien en todas partes del mundo