Los múltiples rostros de Isak Dinesen, por Celina Carquez
La enigmática Isak Dinesen, la excelsa narradora de cuentos orales. Parte de su obra ha sido llevada al cine. Quién puede olvidar a Meryl Streep interpretando a Karen Blixen junto a Robert Redforfd en “África Mía”, dirigida por Sidney Pollack en 1985; o la oscarizada película “El Festín de Babette”, escrita y dirigida por Gabriel Axel en 1987 y una película de culto “Una Historia Inmortal” dirigida por Orson Welles en 1968.
En realidad el libro y los cuentos llevados al cine fueron escritos tras regresar de África por la aristócrata baronesa nacida en Dinamarca, Karen Blixen, mejor conocida por su seudónimo Isak Dinesen (Rungestd, 1885). La imagen que retrata Meryl Streep de la baronesa dista mucho de su fuerza y extravagante personalidad. Solo le hace justicia en que era una gran cuenta cuentos y hechizaba con sus historias cual Sherezade y su “Había una vez”.
Relata el escritor español Javier Marías en su libro, Vidas Escritas que “la imagen verdadera de Isak Dinesen fue durante mucho tiempo la de una anciana espectral, elegante y teñida de enigma, hasta que el cine la suplantó con excesivo romanticismo y algo de ñoñería, por la de una sufrida y colonial aristócrata”
Hija de un político y escritor de libros sobre caza, Wilhelm Dinesen, que cuando supo de su sífilis, se suicidó cuando su hija tenía 10 años. Un hecho que la marcó de por vida, porque ella también adquiriría sífilis de su esposo un primo sueco, el barón y mujeriego Bror Blixen-Finecke, pocos años después de su traslado a Kenia para fundar una plantación cafetera. Debido a esta enfermedad no pudo tener más relaciones sexuales. Pese a que en la película la unen al hacendado y cazador inglés Denys Finch-Hatton. La sífilis minaría luego su salud.
Contra la voluntad familiar decidió estudiar arte en la Real Academia de la capital danesa en 1903 y osó publicar un par de cuentos que fueron muy mal recibidos por la crítica en su país. Así como otras mujeres escritoras como George Sand y George Eliot, decidió usar un seudónimo masculino y publicar en inglés en Estados Unidos. Siete Cuentos Góticos fue su primer libro en 1934 y el éxito fue increíble e inesperado. Luego vendría Lejos de África.
En Siete Cuentos Góticos que publicó cuando tenía más de 40 años -una edad, en esa época, tardía para publicar. Allí en uno de sus cuentos, en Las Carreteras de Pisa, su personaje, un atribulado conde que se ha separado de su joven mujer escribe a un amigo: “Qué difícil es conocer la verdad. Me pregunto si es posible ser absolutamente veraz cuando se está solo. La verdad, como el tiempo, es una idea que emana y depende del contacto humano. ¿Cuál es la verdad de una montaña de África que no tiene nombre ni la cruza ningún sendero? La verdad de este camino es que conduce a Pisa, y la verdad de Pisa puede encontrarse en los libros que escriben y leen los seres humanos. ¿Cuál es la verdad de un hombre en una isla desierta? Y por lo que a mí respecta, soy como un hombre en una isla desierta”.
Dinesen jugará en ese libro con los nombres; las identidades de sus personajes; sus verdaderos leitmotiv. Será como un juego de máscaras; entrecruzamientos inesperados; el factor sorpresa en sus narraciones que aparecerá de a poco como quien abre una matrioska rusa, y hará finales inesperados. Ella se aferrará al romanticismo y al yo literario para ir a contracorriente y demostrar que aún es válido en pleno siglo XX.
Sus cuentos eran tan famosos que cuando Ernest Hemingway ganó el premio Nobel de Literatura dijo en su discurso de recepción del Nobel en 1954: “Me habría quedado más contento si este premio se hubiese otorgado a una magnífica escritora, Isak Dinesen”.
Su llegada a Estados Unidos por primera vez en 1959 estuvo precedida de rumores, para ese entonces ya era una autora de gran renombre y usaba siempre su seudónimo Isak Dinesen. Primero se dijo que era un hombre; que era una mujer parisina; que eran dos hermanos: una monja y un militar. Que escribía en francés, no en inglés o danés. Finalmente cuando llegó y se le vio en los múltiples ágapes y fiestas a las que fue invitada, dice Marías, “se supo que era una anciana frágil y extravagante, llena de arrugas y brazos como cerillas, vestida de negro, con turbantes en la cabeza, diamantes en las orejas y grandes cantidades de khôl alrededor de los ojos”.
Cuando visitó Hollywood causó un gran revuelo. Se reunió con la escritora Carson McCullers, pero con quien mejor se llevó fue con Marilyn Monroe y no con su marido de entonces, el escritor Arthur Miller, quien quedó sorprendido de que la baronesa se alimentase solo de ostras y champán.
Más conocida por sus cuentos, su libro Lejos de África está escrito con una prosa de una belleza etérea: “A veces la vida en la granja era muy solitaria y en la quietud de los atardeceres, cuando los minutos goteaban del reloj, la vida parecía caer goteando de ti también sólo porque no tenías gente blanca con la que hablar. Pero durante todo el tiempo tuve conciencia de que la existencia silenciosa y apartada de los nativos corría paralela con la mía, en un plano diferente. Los ecos pasaban de una a la otra”.
Escribió sobre las mujeres una frase que aún resuena: “El entero ser de una mujer es un secreto que debe ser guardado” e hizo suya estas palabras: “En el arte no hay misterio. Haz las cosas que puedas ver, ellas te mostrarán las que no puedes ver”.
Entre sus otros libros de cuentos destacan también Últimos Cuentos (1957); Sombras en la Hierba (1961) y Cuentos de Invierno (1942), Anécdotas del destino (1960).