Iván Duque: un año a la sombra de Uribe
Iván Duque ha intentado simultáneamente complacer a las bases más radicales de su partido y convencer a la comunidad internacional de su compromiso con el acuerdo de paz
DW
Es difícil encontrar menciones del presidente Iván Duque en los medios colombianos sin encontrar al mismo tiempo una referencia al expresidente Álvaro Uribe. El apoyo del controversial exmandatario y ferviente opositor del acuerdo de paz en Colombia, fue crucial para la llegada de Duque al poder. Sus copartidarios tenían la esperanza de que con Duque se daría marcha atrás a muchas de las disposiciones del acuerdo.
Deudas en la paz
Para descontento de su partido, a un año de su gestión, Duque ha quedado debiendo una de las principales promesas de campaña: realizar cambios a algunas de las normativas creadas en el marco del acuerdo de paz que, a su criterio, abrían la puerta a la impunidad de quienes cometieron crímenes durante y después del conflicto armado.
Duque presentó seis objeciones presidenciales a la ley que regula el sistema judicial que se encarga de los casos relacionados con el conflicto armado. Pero las objeciones del presidente fracasaron en el congreso. Para el analista político Rafael Nieto, consultado por DW, el fracaso en este proyecto insignia de Iván Duque responde a la falta de control del mandatario en el congreso. Nieto explica que, a diferencia de su antecesor, Juan Manuel Santos, Duque decidió acabar con la práctica de otorgar a los parlamentarios el control de ciertos recursos públicos a cambio del favor legislativo para sus proyectos. Como consecuencia, «el gobierno no tiene mayorías en ninguna de las cámaras y encuentra enormes dificultades para conseguir la aprobación de sus iniciativas en el congreso. Los proyectos del gobierno para cambiar algunos aspectos de los acuerdos con las FARC han sufrido los costos de esa decisión.”
Pero Duque sí logró reducir significativamente el financiamiento que reciben instituciones creadas tras la firma del acuerdo de paz, como la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad, lo que, para algunos analistas como Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, representa «una campaña de saboteo frente al proceso de paz. Hay un doble discurso cuando Iván Duque dice en sus viajes que va a cumplir con la paz, pero aquí hace otra cosa.”
Asesinatos de líderes sociales
Una constante de la administración Duque han sido los asesinatos de líderes sociales en el país. El gobierno ha sido criticado por no esclarecer con rigurosidad quienes son los autores intelectuales de los crímenes. En los últimos meses se ha logrado reducir el incremento en las cifras de líderes sociales asesinados, a las que, sin embargo, se han sumado los asesinatos de excombatientes de las FARC, que han llevado al ahora partido FARC a reclamar al gobierno el incumplimiento de lo pactado en el acuerdo. La presión internacional ha llevado a entidades como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a incrementar el escrutinio de las acciones del gobierno colombiano para velar por la seguridad de sus líderes sociales.
Política antidrogas
La otra cifra alarmante que se ha presentado durante la gestión de Iván Duque es la de la producción de cocaína, que ha confirmado a Colombia como el mayor exportador de la droga a nivel mundial. Si bien las últimas cifras disponibles sugieren un estancamiento en la producción de cocaína, difícilmente este estancamiento es producto directo de las políticas de Duque. «El informe mide el año 2018”, recuerda Ariel Ávila. «Habrá que esperar el informe del próximo año, que va a medir este año 2019, para ver la incidencia real del gobierno Duque.”
Economía naranja
Con Duque, la economía colombiana ha mantenido su crecimiento. Las proyecciones indican que el país se expandirá alrededor de un 3% este año. Y sin embargo, para los analistas es difícil descifrar el rumbo hacia el que el presidente quiere dirigir la economía. Duque ve en Colombia un enorme potencial para la «economía naranja” (basada en la industria creativa) y ha lanzado plataformas para fomentar la innovación y los emprendimientos en el país. Pero muchos critican al mandatario por concentrar sus esfuerzos en políticas que se ajustan más a la realidad de países industrializados que a la realidad colombiana, donde persisten problemas mucho más básicos como la falta de mano de obra calificada o la deficiente infraestructura que dificulta las exportaciones. Para Rafael Nieto, la economía naranja es una iniciativa «interesante y valiosa, pero claramente insuficiente si no creamos empleo ni disminuimos la pobreza que aún soportan el 27% de los colombianos.”
Futuro incierto
El presidente Duque ha tenido que moverse en un terreno denso entre la presión de su partido político, la influencia indiscutible de Álvaro Uribe y una oposición que, cuando menos, ha sabido organizarse de tal forma que ha logrado truncar algunos de los proyectos insignia del plan de gobierno del mandatario. De su habilidad para negociar dependerá si logra imprimir a su administración una huella propia, o si pasará a la historia como un siervo del uribismo que la mayoría olvidará. Al mando de un país con una realidad tan compleja como la de Colombia, el tiempo apremia.