Hasta los trabajadores chavistas perdieron el miedo a protestar por mejores salarios
La caída del poder adquisitivo ha unido en una sola protesta a trabajadores afectos al oficialismo y a la oposición. Cada día aumentan las manifestaciones por mejoras salariales y la quejas de todos por no tener voz en los medios de comunicación
Ahiana Figueroa y Carlos Seijas Meneses
«Yo cobro 40.000 bolívares y un paquete de Harina Pan aquí en Punto Fijo vale 21.000 bolívares, el kilo de pollo vale 50.000, un cartón de huevos 72.000 bolívares; entonces, yo tengo dos hijos y fíjese, yo cobré 150.000 bolívares y qué es lo que puedo comprar con eso? Compré un pollo y una papeleta de café. Fíjese en la situación que uno tiene para venir a trabajar». Estas fueron las palabras de un trabajador de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) que junto a varios compañeros de labores, reclamaron recientemente al presidente de la empresa estatal, general Manuel Quevedo, por los bajos salarios que devengan.
La imagen de este reclamo hecho en las instalaciones de la propia Pdvsa fue publicada en redes sociales y hasta lo que se observa en el video, no hubo respuesta por parte de Quevedo. Ese silencio se suma a la falta de respuesta de los funcionarios a las exigencias de los trabajadores que pertenecen a cada uno de los organismos de la administración pública.
Con el deterioro de las condiciones salariales y laborales, el gobierno ha comenzado a perder el apoyo de los sindicatos y los trabajadores el miedo a protestar. Aunque empleados y obreros afectos al oficialismo siguen reconociendo a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, sí critican que el gobierno no tome acciones más allá de la entrega de bonos como medida para recuperar los ingresos de los trabajadores. En otros videos publicados en la red social Twitter se observa que los empleados petroleros han marchado y tocado cacerolas en sedes de la industria.
Estos trabajadores han rechazado el deterioro de las condiciones salariales de los últimos contratos colectivos. Hasta el presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores del Petróleo de Venezuela (Futpv), Wills Rangel, en su condición de director externo de Pdvsa, propuso que el salario mínimo se ajuste al valor de medio petro, que actualmente supera los 400.000 bolívares.
Aunque rechaza que salarios o bonos sean cancelados en dólares, considera que el ingreso sea equivalente al petro (una moneda virtual) y se permita su fluctuación de acuerdo a los valores que se muestran en la Superintendencia de Criptoactivos y Actividades Conexas. También pide que el bono de alimentación se ajuste cada 15 días
Asimismo, representantes de otros sindicatos del sector exigen que los salarios deben ser pagados en dólares o al cambio en bolívares. Actualmente, varias empresas mixtas socias de Pdvsa están pagando bonos en divisas de hasta 300 dólares, como una manera de evitar la desmejora del ingreso en bolívares ante la hiperinflación.
La convención colectiva de Pdvsa vence el próximo mes de octubre, por lo que muchos aspectos además del salario serán temas álgidos. Como se recordará, la petrolera estatal ha cerrado los comedores, eliminado los sistemas de transporte, ha dejado de ofrecer estudios de capacitación y mejoramiento profesional, y ha desmejorado el sistema de salud para sus trabajadores.
Trabajador de Pdvsa le dice al propio Pdte de la empresa Manuel Quevedo, la miseria que gana y que no puede comprar comida para su familia. Al salir de allí, lo mandaron a botar. pic.twitter.com/WqCUd73jKM
— Watcher (@Watcher_Ven) September 22, 2019
«No he podido comprar ni un cuaderno a mi niño»
Trabajadores de Guayana, donde se encuentra la mayoría de las empresas básicas del Estado, llevan años protestando por la precaria situación de la industria siderúrgica y por la desmejora de su calidad de vida. Ante las exigencias laborales, la respuesta gubernamental ha sido la represión y el envío a juicio de varios de los máximos dirigentes sindicales.
«Hoy los trabajadores venezolanos tienen salario de hambre que se expresan en 2,5 dólares mensuales. En las industrias básicas se devenga entre 8 a 15 dólares por trabajador como máximo. Es necesario un cambio de gobierno para así lograr obtener un verdadero modelo económico sustentable y sin improvisaciones», expresaron recientemente los integrantes de la Intersectorial de Trabajadores de Guayana (ITG) en un comunicado.
Pero «el problema del salario» tal y como refieren los trabajadores a sus bajos ingresos es también una molestia recurrente en los sindicatos de las empresas básicas afectos al chavismo.
Por presidente haga algo nosotros el pueblo no estamos muriendo de hambre, no tenemos ni como comprarle los uniformes, y útiles escolares a nuestros hijo @NicolasMaduro @TareckPSUV @HectoRodriguez otra cosa camarada metanle a cvg cabelum ya que solamente se
— Erick Bermudez (@cabelum261007) September 21, 2019
«Que investiguen los salarios del sector, eso no da ni para comer una semana. El salario no nos da. En mi situación personal, por ejemplo, mi niño no ha podido ir a clases porque no le he podido comprar ni un cuaderno. Aquí hay trabajadores que cobran semanal y mensual, de acuerdo a la convención colectiva, un trabajador puede cobrar 280.000 bolívares mensuales. Nosotros reconocemos a Nicolás Maduro como presidente y él como sindicalista que fue, le digo que se ponga a la par de uno y vea la situación actual de los trabajadores, no está fácil, los trabajadores y familias de Guayana estamos sufriendo«, cuenta Oswaldo Salazar, dirigente del Sindicato de Trabajadores de Cavelum (SintraCavel.)
Destacó que continuamente han manifestado su descontento pero que lamentablemente no se ha dado a conocer en la prensa. Además de exigir aumentar los salarios y piden que se tomen las acciones necesarias para reactivar las operaciones de la empresa
«Ya es una situación que escapa de nuestras manos, si fuera por nosotros arrancamos la planta ya mismo (…) Esta empresa es autosustentable, pero depende de la materia prima que produce Venalum y Alcasa. Debido a la situación de nuestras empresas hermanas como están, no se puede producir. Entonces vamos a buscar una alternativa, vamos a importar materia prima y con una buena administración, esta empresa puede sustentar a Venalum para el arranque de las plantas. Nosotros somos una empresa pequeña, somo una empresa transformadora, damos valor agregado al aluminio», apuntó Salazar.
Maestros y alumnos con hambre
«¿Cómo enseña un maestro y aprende un niño si los dos tienen hambre en el aula de clases?«, esta es una de las interrogantes que los trabajadores de la educación mostraron en los carteles que portaban en la última protesta en Caracas y en la que intentaron llegar a la vicepresidencia de la República, pero fueron reprimidos por funcionarios de la Guardia Nacional y por grupos armados afectos al chavismo. Antes, ya habían logrado concentrarse en las puertas del Ministerio de Educación.
Los trabajadores que dependen de este despacho es otro gremio que ha incrementado sus protestas. Exigen que se aumenten sus salarios, los cuales equivalen a menos de 2 dólares al mes, pues un docente cobra un máximo de dos salarios y medio al mes (Bs. 100.000).
«Estamos sobreviviendo con este misero sueldo, cómo vamos a dar una educación de calidad, estamos en una pobreza extrema, los docentes se están yendo del país, porque cómo lleva comida a su casa y cómo ayuda a un niño que llega desnutrido a su clase. Esto es preocupante, es grave la situación de la educación», afirmó Víctor Ratia, integrante del Colegio de Licenciados de Educación en San Juan de los Morros, estado Guárico, en entrevista dada al canal VPI TV
Los educadores en Venezuela se mantienen en protesta y han convocado para el próximo mes de octubre a asambleas permanente con padres y representantes para que los acompañen en sus exigencias por mejores condiciones laborales y salariales.
El constituyente y dirigente del Sindicato Nacional Fuerza Unitaria Magisterial (Sinafum), Orlando Pérez, aseveró que el salario mínimo debe ubicarse en Bs. 500.000 anclado en el petro en su modalidad fluctuante.
Pérez señaló que la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST) le ha planteado al Ejecutivo la necesidad de establecer un nuevo salario con su incidencia en las diferentes escalas de la administración pública.
Derecho a la vida
Los trabajadores de la salud han anunciado «paros escalonados» en los hospitales de la red pública en rechazo a la falta de insumos, medicamentos y «salarios de hambre».
«Decidimos retomar nuevamente la calle. Ya basta de un salario de hambre que no llega a 1,6 dólares mensuales. Es por ello que los trabajadores del sector salud, en general, iniciaremos paros escalonados en todo el país (…) Vemos cómo se incrementa el pasaje, cada rubro de la cesta básica, los medicamentos y a los trabajadores que hemos sostenido, que hemos evitado el paro técnico convocado por el gobierno de Maduro no nos cumplen nuestros derechos», anunció Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital durante una reciente protesta.
El sector de la salud se encuentra afectado por la renuncia de 20 trabajadores semanales, en promedio, que han decidido cambiar de profesión u oficio o emigrar. Este es el segundo llamado a paros escalonados que realizan los trabajadores de la salud luego que el 12 de agosto camilleros, personal de aseo, vigilantes, cocineros y otros empleados del Clínico Universitario de Caracas se declararon en huelga en reclamo de mejores condiciones laborales y salariales.
Los trabajadores que dependen del Ministerio de la Salud han sido hostigados desde que comenzaron a denunciar ante la opinión pública de las carencias de los hospitales, sin embargo, han demostrado que continuarán en las calles hasta que se solvente la crisis del sector
«Nos hemos propuesto tomar las calles nuevamente, porque es el único mecanismo que nos queda y siempre lo he dicho: Si a Luis Cano, a mí, se le va la vida en esta lucha, voy a morir feliz, porque más triste es morir en su casa viéndose el dedo gordo, viendo como nuestros hijos o nietos se van del país, ante la mirada indolente de un gobierno (…) Acabaron con todo y lo que queda es calle, independientemente de la ideología política. Hoy estamos sufriendo los resultados de un gobierno incapaz y el próximo marte estaremos aquí nuevamente”, afirmó recientemente Luis Cano, representante de la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (Fetrasalud).
Contratos colectivos vencidos
En Venezuela, desde la gestión de Hugo Chávez, trabajar en empresas y organismos públicos significaba asistir a las marchas del oficialismo y apoyar incondicionalmente a su patrono: el Estado. Durante la bonanza petrolera que disfrutó el fallecido Chávez con ingresos que superaron el billón de dólares, los empleados y obreros gozaron de beneficios salariales pero con el tiempo y a medida que caía la producción petrolera, se hicieron más dependientes de los programas sociales y a la entrega de bonificaciones.
Actualmente, están vencidas la mayoría de las convenciones colectivas de los trabajadores de la administración pública. Hasta la fecha, el gobierno solo se la limitado a ajustar las tablas salariales de unos 2,5 millones de empleados, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). A su vez ha incrementado la frecuencia y monto de los bonos.
Durante los dos últimos años, se han observado manifestaciones de empleados de distintas dependencias, tales como Corpoelec, Cantv, Metro de Caracas, Inparques, trabajadores tribunalicios, Inces, Cancillería de la República, Alcaldía de Caracas y hasta del Banco Central de Venezuela.
El pasado cuatro de septiembre, Día Nacional de los Empleados Públicos, fue la última gran protesta en Caracas donde 20 organizaciones gremiales exigieron el cumplimiento de sus derechos laborales. Durante tres meses antes de esa fecha, ya habían realizado 60 protestas. A pocas cuadras de la vicepresidencia de la República solicitaron salarios de entre 400 a 600 dólares y garantizar las prestaciones sociales en una moneda fuerte o en un mineral como el oro.
Recordaron una vez más el artículo 91 de la Constitución que establece que «Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales».