Inocente, por Teodoro Petkoff
Varias decenas de damnificados, con sus niños y sus bártulos, se plantaron ayer frente a Miraflores para reclamar del gobierno el cumplimiento de sus promesas sobre vivienda. Algunos de ellos hablaron de una espera de años, otros son de data más reciente, pero todos son venezolanos humildes que perdieron sus hogares en distintas temporadas de lluvia e inclusive en el desastre del Litoral varguense en 1999. Hacinados en refugios “provisionales”, ya estos han devenido “viviendas” permanentes.
No las quieren más. Están hartos del hacinamiento, de las enfermedades, de la desesperanza. Justificaron su acción amparándose en su respaldo al Presidente. “Somos chavistas pero Chávez no sabe lo que está pasando”.
¿Chávez no sabe lo que está pasando? ¡Claro que lo sabe! Tanto lo sabe que su último truco para hacer frente al sordo reclamo que comienza a surgir de las profundidades de un pueblo desengañado es el de regañar públicamente a sus ministros, en su programa dominical.
Primero fue con Julio Montes, ministro de la Vivienda. “Montes, en vivienda estamos raspados”, le soltó en su cara al funcionario, quien atolondradamente trataba de explicarse.
¿Qué se dijo el televidente? “Allá está nuestro buen Presidente queriendo que nosotros tengamos casas pero ese inútil que tiene de ministro no las hace”. Después le tocó el turno a Samuel Moncada, ministro de Educación Superior.
“Moncada”, tronó Yo el Supremo, “¿por qué no está funcionando la Universidad Bolivariana aquí en Maturín?” Nuevamente el televidente pensó que ahí estaba su líder queriendo sembrar de universidades el país pero el ministro incompetente no lo ayuda. La semana antepasada entrompó al ministro de Infraestructura.
“Carrizales —que así se llama el tercio—, me vine por tierra de Maracaibo a Coro; esa carretera está horrible”. El televidente compadece al Presidente.
“Pobrecito, debe estar todo molido por los huecos y ahí está ese inútil del ministro, como si nada”. El domingo le tocó el turno a Jesse Chacón, a propósito de la masacre de los estudiantes en Kennedy. “La policía que tú diriges, Jesse, no sirve para nada”. Chacón queda mal, Chávez es excusado por el auditorio.
“Allí está el Presidente preocupado por los atropellos policiales y un ministro que no atiende sus deberes”.
La pérdida sistemática de puestos de trabajo a lo largo de más de seis años ha hecho del desempleo, dicen todas las encuestas, la principal preocupación de los venezolanos.
La gente agradece el estipendio proveniente de las “misiones” pero reclama trabajo. El gobierno gasta mucha plata pero no estimula la creación de empleos. La cháchara sobre el “crecimiento endógeno” va perdiendo su atractivo. Cualquier domingo de estos Giordani pagará los platos rotos.
El truco funciona por ahora. Las encuestas recogen un alto nivel de aprecio por la gestión del Presidente al mismo tiempo que registran una pésima opinión sobre el desempeño del gobierno. “El Presidente es bueno, los que no sirven son sus ministros”. En algún momento, sin embargo, alguien comenzará a hacer una pregunta perturbadora: ¿Quién le dio el garrote al ciego? Entonces veremos.