(In)seguridad, por Simón Boccanegra
A veces se tiene la sensación de que algunas instancias del Estado y del Gobierno están en manos de gente impresentable. Si es verdad que desde Colombia pudieron sobornar a policías y militares venezolanos para que realizaran la captura y entrega de Granda, ¿en manos de quién está nuestra seguridad? Si un jefe guerrillero tan importante como Granda pudo cedularse y nacionalizarse venezolano con tanta facilidad, y moverse como Pedro por su casa, asistiendo incluso a eventos internacionales organizados por el gobierno, ¿en manos de quién está nuestra seguridad? Si un tal Fernán Altuve Febres, a quien ahora busca la Disip, puede portar un pasaporte diplomático donde se le acredita como “asesor especial del Presidente de la República” y viajar a Rusia varias veces, reunirse abiertamente con los representantes de la empresa que vende los helicópteros, hablar en nombre del gobierno, e incluso intentar cobrar la supuesta o real “comisión” que acostumbra chorrear de tales operaciónes, ¿en manos de quién está nuestra seguridad? ¿Quién nos asegura que estas no son sino puntas de ese iceberg que son los mecanismos de (in) seguridad venezolanos, tan francamente vulnerables y, por ende, tan poco dignos de confianza? Seis años después de un gobierno donde los militares tienen la vara tan alta, sobre todo en asuntos de seguridad, no es como para que la “revolución” se sienta orgullosa.