Inteligencia emocional: no es negociable, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
En el trabajo pueden surgir unos cuantos inconvenientes –algunos graves como una crisis, otros no tanto– al momento de llevar a cabo las actividades diarias. Además del estrés que eso genera, la tensión por cumplir los objetivos, el intentar mantener un clima laboral óptimo, las relaciones con los compañeros e incluso la vida personal pueden ser los catalizadores de una variedad de sentimientos durante las horas laborales.
La frustración y la incomodidad, hasta la satisfacción y la alegría, pueden permear el desempeño de los empleados y, obviamente, impactar favorablemente o no en los resultados de la compañía. Todo depende de cómo se enfrente.
Por lo tanto, es crucial tanto para las empresas como para los empleados contar con herramientas para poder manejar esas situaciones de la manera más satisfactoria. En estos casos, la inteligencia emocional en el trabajo es de gran ayuda, pues juega un papel muy importante.
Los trabajadores con alta inteligencia emocional tienen la capacidad de comprender, motivar, ayudar a sus compañeros y manejar mejor la gestión de crisis o conflictos. Esto les permite tener mejores vínculos laborales y que su productividad se vea incrementada.
De allí que cada vez más los empleadores busquen trabajadores que puedan manejar sus relaciones en el trabajo y completar sus tareas laborales. Así que ya no basta contar con un currículo lleno de habilidades técnicas y logros personales, hace falta poseer con un conjunto de habilidades completamente diferente y entre ellas está, precisamente, la inteligencia emocional.
Esta gama de «nuevas» competencias apreciadas en los empleados abarca su capacidad para comprender y manejar sus propios sentimientos y los de los demás, y luego utilizar este conocimiento para construir conexiones positivas y productivas, ya que al final el trabajo tiene que ver con la calidad de las relaciones.
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Ahora, vamos a estar claros, si bien tradicionalmente se esperaba que los trabajadores mantuvieran un control sobre sus sentimientos en el lugar de trabajo, esto no se trata de una expectativa completamente realista. Como bien se ha señalado, todos los seres humanos somos emocionales y no podemos separarnos de eso en el trabajo, lo que puede hacer muy difícil realizar las cosas de manera productiva y sostenible.
Sin embargo, sí es posible trabajar de una manera emocionalmente inteligente y para ello hay que adoptar un enfoque diferente, que es anteponer las relaciones humanas y los sentimientos propios y de los demás, sin que esto signifique ignorar, por ejemplo, los objetivos de productividad.
Ciertamente se trata de una tarea desafiante. Pero la manera cómo se lidia con los conflictos y los contratiempos, cómo se alienta a las personas cuando están deprimidas, frustradas o experimentando un burnout, cómo se negocia o cómo se hacen las cosas –todo esto está relacionado con la inteligencia emocional– puede traer beneficios profundos.
Aumento de la moral, la productividad, el bienestar son tan solo algunas de esas ventajas que trae contar con empleados con alta inteligencia emocional, que es lo que les permite manejar mejor los cambios, ser efectivos en su rol, tener buen rendimiento en el lugar de trabajo, mostrar altos niveles de compromiso y satisfacción laboral y experimentar menos estrés relacionado.
Así que, si antes la inteligencia emocional era una habilidad importante en el lugar de trabajo, ahora no es negociable.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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