Intolerancia, por Simón Boccanegra
La intolerancia continúa carcomiendo la psiquis nacional. Días atrás un grupo de desconocidos destruyó un monumento de homenaje al Che Guevara, colocado en el Pico del Águila, en el sector merideño de la vieja carretera Transandina. Este minicronista ha escuchado en algunas personas palabras de satisfacción ante el hecho. La misma satisfacción que con toda seguridad expresaron algunas personas del extremo del polo opuesto cuando un grupo de jóvenes tumbó la estatua de Colón.Tan estúpido un acto como el otro.Tan intolerante ante «el otro», el primero como el segundo. Son dos caras de la misma moneda.Tumbar la estatua del almirante porque con su llegada al continente comenzó la Conquista, y creer que eso es un acto de «anti-imperialismo» y de rescate de la «identidad» del país, es una absoluta necedad. Destruir el monumento del guerrillero muerto hace cuarenta años, en un contexto histórico distinto del actual, y tan poco responsable de lo que hoy acontece en este país como lo fuera Colón de la horrenda matanza de indios que sobrevino después de su arribo a estos pagos, es igualmente necio. Mucho nos va a costar como sociedad recuperar el mínimo de sindéresis que exige la convivencia civilizada.