Iraq en el corazón, por Simón Boccanegra

Este minicronistra ha leído en la revista Contrabando, que dirige Alonso Moleiro –y que cada vez está mejor– un reportaje de una periodista argentina, que desde hace cinco años vive y cubre la tragedia de Iraq, que realmente hace hervir la sangre de indignación. Ella retrata la vida cotidiana. El drama que vive el país visto a través de los ojos de la gente común y sencilla. Surgen tres conclusiones. Una, George Bush es un criminal de guerra; un miserable que merece un juicio como el de Nuremberg contra los jefes nazis. La invasión norteamericana ha generado una violencia de las tropas gringas contra la población que no puede ser calificada sino de genocida. Con el pretexto de la cacería de «terroristas», los soldados de Bush han producido masacres espantosas en barrios y hogares donde entran a saco para supuestamente «apresar» –aunque siempre terminan muertos– «terroristas» verdaderos o ficticios. Dos, la recuperación de Iraq, después de este terrible trauma, va a ser muy difícil. El estrés postraumático agobia al 70% de la población; la cantidad de hogares deshechos por la muerte y la represión; la terrible polarización religiosa; la miseria pura y simple de un país cuya economía está en añicos -son todas calamidades que exigirán décadas para su superación.Tres, por simples razones de humanidad, los gringos tienen que salir de Iraq. Mientas más tiempo permanezcan allí, peor se hará la situación. En Iraq existe una crisis humanitaria, tanto o más grave que la de Darfur, en Sudán, pero de la cual se habla poco porque el causante es el supercriminal de guerra George Bush. Si hay alguna razón para que los votantes americanos impidan que McCain sustituya a Bush es porque este anciano guerrerista no solo aplaude a su copartidario sino que habla de quedarse en Iraq durante cien años. O sea, un siglo más de horror en el corazón de las tinieblas.