Jesucristo y Chacu, por Smón Boccanegra
El gobernador del Sucre, Enrique Maestre, sabe que está en salsa. Tiene muy presente lo que le ocurrió a su colega del estado Apure, Jesús Aguilarte. Incluso, si se hace una autocrítica, de esas que acostumbran a veces los revolucionarios, deber concluir que su situación es hasta peor que la del defenestrado capitán elegido en el llano. En Sucre, el PSUV dividió la votación con la MUD en las pasadas elecciones legislativas, quedando repartida a partes iguales la cuota de diputados, lo que no ocurrió en Apure. Desde las filas rojas hay quienes lo señalan de ser el responsable de esa derrota debido a que tuvo una influencia determinante a la hora de escoger los candidatos, que no eran los mejores. A lo anterior le suman que su gestión al frente de la gobernación deja mucho que desear y en esto iguala no sólo a Aguilarte sino a buena parte de los gobernadores rojos. Sucre se encuentra cada vez peor. La pobreza cunde a paso de vencedores. La corrupción camina con más libertad que la chequera de Bolívar por América Latina. Los servicios públicos son un desastre y los empleados de la gobernación, principal empleador regional, reciben sus pagos tarde y mal. Es decir, su caso se parece cada vez más al de Aguilarte. Es tanta la similitud que hasta ya le tienen el sucesor. Por esos predios anda el almirante retirado Orlando Maniglia, el hombre está en el círculo de espera, listo a acatar la orden de Chacumbele. Es por ello que Maestre se mandó tremendo acto la pasada semana en Cumaná. Reunió a una buena parte de los empleados públicos en un club de la ciudad y se postuló como el más leal de los leales a Esteban. Su jalada dejó pálidas a las que hace Tarek William Saab. No la hizo en verso, sino en prosa, pero también queda para la posteridad. «Los únicos imprescindibles son mi Señor Jesucristo y mi comandante Hugo Chávez», clamó Maestre en el referido acto, dejando claro que su amor por Chacu lo lleva a estar dispuesto al sacrificio.