José Gregorio Hernández, Sun Tzu y covid-19, por Marisa Iturriza
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Aparte del covid-19, la prensa que aún informa por acá, esta semana arrancó con noticias que, para no exagerar, lo menos que podría decirse es que son alarmantes, tales como las de los naufragios de emigrantes que zarpan para ver si les va mejor en otros lares; o la de quienes cruzan fronteras para alejarse de las balaceras protagonizadas en Apure por grupos forasteros enemistados y malagradecidos con el hospedaje local, que aprovechan la beligerancia que les dio el anterior líder del proceso para entremeterse aquí y, de paso, también a militares y a civiles de la zona.
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Si todavía sigue leyendo quien no por confinado es ocioso, se preguntará qué tienen que ver José Gregorio, Sun Tzu y covid-19 aquí. ¡Mucho! pues los laboratorios de varios países están intentando a la carrera producir vacunas para combatir el fulano covid-19, y hace unas semanas, aquí dizque se recibió un primer lote que, según dijeron, en vez de aplicarse primero a los directamente más vulnerables —o sea, personal médico, asistencial y docentes, entre otros— solo se aplicó a miembros de la nomenklatura, empezando por el N° 1, quien triunfalmente lo manifestó, lo que trae a colación al autor chino Sun Tzu cuando –perdonando a la escurridiza memoria– en una parte de El arte de la guerra expone más o menos que «el general solo come cuando hasta el último de los soldados ha comido», que es como habría procedido nuestro José Gregorio Hernández, quien seguramente se habría vacunado de último si se hubiera visto en el caso de recibir dicho lote de vacunas para ver si se logra la inmunización contra la pandemia en curso.
En muchos ciudadanos no producen mayor admiración los «héroes», esos rimbombantes figurones, armadamente protegidos, que paladean las mieles de «la gloria» tras el sacrificio tanto de «el soldado desconocido» como el de multitudes de ciudadanos anónimos, descartables tras infinidad de promesas no cumplidas.
Por eso, y con razón: este viernes 30 de abril de 2021 se celebra con profunda alegría la beatificación de un hombre de Dios, un ciudadano modesto venido de los Andes, culto y profundamente humano, egresado de la Universidad Central. Médico, científico, investigador, docente. Trayectoria que confirma la capacidad humana de superación, digna de ser estimulada desde las esferas del poder e imitada por toda la ciudadanía, honrosamente cultivada por el venerable José Gregorio Hernández.
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