José Vicente Rangel, historia de una impostura, por Xabier Coscojuela
Comenzamos a militar en política pocos años antes de la segunda candidatura presidencial de José Vicente Rangel. Era uno de los dirigentes más reconocidos y respetados de la débil izquierda venezolana de los años 70 del siglo pasado. Su actuación en defensa de los derechos humanos de quienes fueron encarcelados por participar en la lucha armada de los años sesenta le hizo ganar un respeto enorme dentro de ese sector del espectro político venezolano, respeto que le permitió convertirse en candidato presidencial en tres oportunidades.
Durante muchos años fue referencia obligada para la izquierda nacional. Su actuación parlamentaria también apuntaló ese liderazgo. Recordamos cuando insistía en la necesaria y conveniente separación de poderes, en que una de las características de la democracia era el respeto a las minorías, en su permanente defensa de los derechos humanos y de las libertades ciudadanas.
En su función como parlamentario fue el voto que evitó el juicio a Carlos Andrés Pérez, por el caso Sierra Nevada, y años después conformó parte del grupo llamado Los Notables, que jugó papel protagónico en la defenestración de Pérez, en su segundo mandato.
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Al dejar de ser parlamentario ejerció el periodismo, desde su columna en el diario El Universal y después en la televisión. En ocasiones, no pocas, acusó sin presentar pruebas a diferentes personas, exponiéndolas al escarnio público, y no se retractó jamás de algunas de ellas, a pesar de que sus acusaciones quedaran desmentidas. La ética no lo acompañó en esta labor.
Fue uno de los tantos millones de venezolanos que se entusiasmó con el difunto Hugo Chávez. Pero, a diferencia de la inmensa mayoría, no era un venezolano más. En los primeros momentos de la presidencia del barinés, Rangel fungió, junto con Luis Miquilena, como un factor de moderación ante las ocurrencias y disparates que solía plantear el líder del 4F.
Ese papel lo cumplió por poco tiempo, hasta que el propio Chávez lo puso en su sitio, públicamente. De ahí en adelante, aceptó y avaló todas las políticas adelantadas por el primer presidente chavista. Todas las arbitrariedades, abusos, persecuciones, atropellos y violaciones a los derechos humanos que se cometieron en Venezuela contaron con el silencio cómplice de José Vicente Rangel.
Con su actuación durante los años del chavismo echó por la borda todo el prestigio que había ganado en el siglo pasado como defensor de los Derechos Humanos. Cuando tuvo que elegir entre mantener sus principios de toda la vida o ejercer el poder y mantenerse en él a cualquier precio, pues olvidó sus principios y avaló todas las políticas que desde Miraflores se han implementado y han contribuido a gestar la gran tragedia que vive hoy Venezuela. Triste final para José Vicente Rangel.