Juego sucio, por Teodoro Petkoff
Forjan un documento en el TSJ –justo cuando este había elevado su prestigio a raíz de la designación del CNE–, Rangel introduce una demanda contra “Súmate”, se realizan dos “inspecciones oculares” en la sede del CNE, y ayer estalló un capcioso incendio en esa misma sede mientras frente a ella una ruidosa patota “bolivariana” pedía, por segundo día consecutivo, la cabeza de los rectores del CNE. Todo esto en una semana. ¿Esto será casual? ¿Serán cosas sin ninguna conexión entre sí? Hasta demostración en contrario esto indica que hay un hilo conductor que recorre estos episodios: el agresivo discurso de Chávez contra el organismo comicial.
El objetivo es claro. El CNE es el objetivo inmediato, el de más largo plazo es tratar de impedir la celebración del RR.
La “combinación de todas las formas de lucha”, desde las jurídicas hasta la (por ahora) violencia controlada de las patotas, forma parte, sin duda, de un plan que pone de bulto la angustia que embarga al gobierno. Como señalamos en alguna ocasión, su propia Constitución está asfixiando a Chávez. Desconocerla brutalmente, pateando el tablero, es una opción suicida, y Chávez lo sabe. Por eso apela a las jugarretas de estos días. Piensa que la presión de sus telefonazos al presidente Carrasquero, que sus invectivas y burlas desconsideradas ( “no servirían ni para elegir a Miss Venezuela” ), sus condicionamientos impertinentes ( “hay que reestructurar primero el CNE” ) podrían provocar una crisis en el cuerpo, forzando la renuncia de uno o varios de sus integrantes, o, al menos generando temor en ellos incluso ante la posibilidad de ataques físicos ( “muera el CNE” era lo más menudo en el arsenal de procacidades de las patotas “bolivarianas” ).
Pero hay también un objetivo que trasciende al CNE: la gente. Es tratar de estimular la desconfianza, el escepticismo, la impotencia, el desánimo y hasta la inhibición, en algunos sectores de la masa opositora. Es crear la sensación de que, al final, el gobierno impondrá su voluntad, ya sea bloqueando el camino hacia el referendo ya sea promoviendo la percepción de que “algo hará” para desconocerlo y que, por tanto “no habrá referendo”.
En definitiva, el gobierno está actuando como un agente provocador. Quiere provocar respuestas desesperadas.
Pero, en el fondo, quien actúa a la desesperada es el gobierno. Hasta ahora la oposición no ha mordido ninguno de sus peines y eso es, precisamente, lo que desconcierta y enfurece a Chávez y sus paniaguados. La oposición no está jugando, esta vez, según el libreto chavista.
Por eso la Coordinadora debe persistir en esa conducta inteligente ante una eventual decisión del CNE invalidando “El Firmazo”. Una reacción desmesurada ante el CNE, atacar a sus integrantes en caso de una resolución contraria a la valoración que de la CD sobre las firmas, es exactamente lo que le engordaría el caldo a Chávez. Sería hacer el mismo juego del chavismo, que es lesionar al árbitro. Los perdedores son los que siempre culpan al árbitro. Una respuesta sobria y serena, convocando inmediatamente un reafirmazo sería lo sensato y conveniente.
Esa es la actitud de un espíritu ganador.