Juramento hipocrático, por Simón Boccanegra
La decisión judicial a propósito los médicos cubanos abre una interesante perspectiva. Este minicronista no cree que deba existir oposición entre el adecuado funcionamiento de la red de atención médica primaria (ambulatorios y dispensarios) y el médico de familia -por llamar de algún modo el galeno que está a pata de mingo en el barrio. Ambas cosas deben ser complementarias, por lo menos en zonas especialmente pobres y vulnerables. O sea, el hecho de que la Corte haya dicho que si los médicos cubanos no revalidan sus títulos no pueden ejercer aquí, no implica que se ponga fin a la experiencia «Barrio Adentro». La Federación Médica y la Alcaldía deberían firmar un acuerdo para organizar el desarrollo de ese plan con profesionales del patio. Porque el plan es bueno y conveniente. Por lo pronto habría que sustituir rápidamente a más de 400 médicos cubanos que ya están en funciones y los barrios favorecidos seguro que no verán bien que los dejen sin médicos. Sería criminal que una formalidad jurídico-académica pueda pesar más que el derecho de los pobres a recibir atención médica. En ese caso, los médicos venezolanos si no van a lavar al menos que presten la batea.