La banalidad de la muerte no política, por Simón Boccanegra

Estamos todos tan alienados por la hiperpolitización del país que una tragedia tan sobrecogedora como la de los diez obreros fallecidos simultáneamente en una fábrica aragüeña no ha merecido otra consideración que las banalidades de la página roja. Diez hombres murieron envenados por gases tóxicos en una planta procesadora de carne. Uno de ellos cayó en una fosa llena de gases y tanto él como los nueve que acudieron a socorrerlo murieron casi instantáneamente. Se dice fácil pero es horrible. Diez familias golpeadas por el rayo de muertes absurdas, incomprensibles. Ni la CTV, ni la UNT, ni los partidos políticos de oposición, ni los de gobierno, ni éste mismo, ninguna ONG, nadie, absolutamente nadie, se ha ocupado de ese drama horroroso. La muerte simultánea de diez perros habría provocado mayor conmoción. Allí está planteado un gravísimo problema de inseguridad industrial, de violación, seguramente, de todas las normas de higiene industrial y nadie se ha dado por aludido. Pareciera que aquí las únicas muertes que importan son las que sirven al propósito de utilizarlas como proyectiles contra el adversario político. Hasta el luto es parte de la polarización.