La campaña de Chacumbele, por Simón Boccanegra

Este minicronista está comenzando a creer que tras toda la faramalla del magnicido hay ya un plan del gobierno para montar un show electorero. La Asamblea Nacional haciendo su parte (con ese lamentable personaje que ha resultado ser Mario Isea, en el rol de aquel fiscal de Stalin llamado Vishinski, a quien la historia olvidó, como siempre olvida a quienes se prestan para el papel de verdugos); Tarek El Aissami cumpliendo con la suya al «descubrir» en el Zulia un cañón de la Guerra Federal (seguramente sacado del mismo arsenal de donde salió la bazuka para volar el avión del Presidente en el segundo «magnicidio»), como supuesta pieza de convicción para acusar, por supuesto, al gobierno de ese estado, es decir a Manuel Rosales, de estar en el «golpe». Todo apunta a que estamos ante algo más que las inefables denuncias de «golpes» y «magnicidios» en que ha sido tan pródigo el Gobierno a lo largo de esta década. Ya casi no tengo dudas de que la famosa grabación de Mario Silva (tal vez vieja y que en su momento seguramente no inquietó mayormente al Gobierno, por la obvia razón de que se trataba de tres generales retirados, que sin mando de tropas son totalmente inofensivos) fue el punto de partida para el montaje de una tramoya que pretende «demostrar» la participación de alguna gente, a la cual se señala con nombre y apellido, en la supuesta conspiración. El objetivo es cajonero: generar un ambiente de crisis política, de tensión, con el Gobierno supuestamente asediado por «golpistas» -que para colmo querrían matar al Presidente-, y revivir de este modo, en esa parte del electorado chavista que cada día se ve más y más desencantado ( remember el 2D), el viejo reflejo condicionado de respaldo incondicional a «mi comandante amenazado de muerte». Si para defender la vida de «mi comandante» no hay más remedio que votar por un sujeto tan impresentable como Mario Silva o por Willian Lara, valgan dos entre muchos ejemplos, pues ni modo, se dirá más de un chavista a punto de dejar de creer en pajaritos preñados. Esta es la campaña electoral de Chacumbele: jugar a la crispación del clima político, buscar votos para sus bacalaos, haciendo creer que está en juego nada menos que su preciosa vida. Bullshit, como comentaría el propio Chacumbele, el día que aprenda a decir algo más que jaguaryu Fidel, en la lengua del imperio.